La coordinadora de Inclusión Social de Metges del Món Ibiza, Rocío López, durante la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera. | Irene Arango

Rocío, Lidia y Katy están completamente absortas en su trabajo hablando por teléfono con los usuarios de la organización Metges del Món Ibiza. A los pocos minutos, la coordinadora de Inclusión Social de esta ONG, Rocío López, se toma un momento de descanso para hablar en profundidad con Periódico de Ibiza y Formentera sobre esta organización y evaluar el impacto de los programas y proyectos sociales que impulsa esta entidad.

Sin ir más lejos, explica que el número de usuarios de proyectos de intervención social ha crecido, situándose en estos meses de 2023 en 352 personas. Indica que, teniendo en cuenta el número de habitantes por islas, Ibiza es la que más usuarios ha atendido este año, puesto que esta ONG ha ayudado en Mallorca a 580 personas y en Menorca a 102 usuarios. Al preguntarle por los distintos perfiles y contextos de intervención, la coordinadora hace hincapié en la vulnerabilidad.

«Atendemos especialmente a mujeres que se encuentren en situación de vulnerabilidad social o riesgo de exclusión social. La mayoría son mujeres migrantes que sufren algún tipo de violencia machista como puede ser la violación sexual o la prostitución. También aquellas que padecen violencia de género en el ámbito de la pareja o han sufrido abusos sexuales en su infancia. Todas ellas han estado marcadas por la violencia machista en algún momento de su vida», subraya la técnica de proyectos de intervención social en la nueva sede de Metges del Món situada en Vía Púnica.

2.000 personas

Este nuevo emplazamiento más amplio, que se inauguró en junio, coincidió con la celebración del décimo aniversario de la entidad. Una conmemoración muy importarte para la entidad, ya que refleja esos diez años de «lucha incansable» contra la vulneración de derechos humanos asociada a la exclusión sanitaria de las personas. No es de extrañar que esta ONG haya realizado durante este tiempo 1.600 atenciones sociales, más de 300 atenciones psicológicas y cerca de 200 talleres grupales a mujeres en distintos contextos vulnerables. Además, han atendido en estos 10 años a más de 2.000 personas en la isla, de 63 nacionalidades diferentes, en situación de exclusión social.

La nueva sede de la ONG en Vía Púnica.

«Hemos pasado de ser un grupo de siete voluntarias a tener un equipo técnico de cinco personas y un grupo de voluntariado de 15 personas», manifiestan desde la entidad. Según informan, de estas 2.000 personas atendidas, el 83 % eran personas prostituidas víctimas de trata o de explotación sexual; un 91 % eran mujeres, un 2 % hombres y un 7 % eran mujeres transexuales. «Este último colectivo está triplemente estigmatizado. Por un lado, por su condición de género. Por otro, por su orientación sexual y, en tercer lugar, por ser prostituidas y migrantes», lamentó.

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Miedo

No obstante, reconoce que la lucha de esta organización se ha centrado especialmente en proporcionar ayuda a mujeres procedentes de países latinoamericanos que están en una situación administrativa irregular e indica, además, que la mayoría de las personas prostituidas está sin papeles y con el «lógico miedo a ser expulsadas del país». Una tesitura que, según Rocío López, condiciona los derechos humanos de estas personas. Entre ellos, el poder trabajar en condiciones laborales seguras y saludables.

«También ayudamos a mujeres que reciben abusos laborales y no denuncian por miedo. Es el caso de mujeres, por ejemplo, que están trabajando de friegaplatos o como limpiadoras», apunta la coordinadora de proyectos haciendo hincapié en que estas usuarias han solicitado un Arraigo Social.
Sin embargo, para poder solicitar esta Autorización de Residencia por Circunstancias Excepcionales deben acreditar que han permanecido en España los últimos 3 años. «Estas mujeres no pueden vivir del aire durante estos tres años, necesitan trabajar.

Rocío López minutos antes de la entrevista.

Por este motivo, la mayoría acaba sufriendo explotación laboral. Es hora de desmitificar los bulos de los discursos de odio y destacar que estas personas migrantes quieren trabajar y no pueden hacerlo en condiciones», explica esta mujer. Resalta que el odio contra las personas migrantes víctimas de cualquier tipo de violencia debería erradicarse y que la Ley de Extranjería debería poner el foco, no en estas mujeres, sino en los explotadores y en los puteros. Indica que cuando estas mujeres coinciden con estos individuos por la calle, en los centros de salud e incluso en la comisaría de Ibiza, son ellas las que agachan la cabeza por vergüenza, «cuando tendría que ser al revés».

Una sociedad «adormecida»

«Las mujeres necesitan acompañamiento y respeto. La sociedad está adormecida. Una sociedad que no alza la voz es cómplice de estos explotadores sexuales», puntualiza Rocío López resaltando que los puteros ejercen un gran poder sobre el resto de hombres. «Ellos también están sometidos. Están dentro de un corset que no pueden romper», apunta junto a sus compañeras en la nueva sede. En la mesa de enfrente está la integradora social Lidia Córdoba, quien explica que el objetivo principal de la ONG con sus proyectos sociales es priorizar la calidad de vida de estas usuarias.

En la misma línea se muestra la trabajadora social Katy Cardona. Esta mujer resalta que cuando llegan a la organización están un poco perdidas y desconocen a qué derechos pueden acceder. «Vienen mujeres que están muy dañadas y muy solas. Les damos el tiempo y el espacio que necesitan con el fin de mejorar sus condiciones de vida», explica.