Momento de la jura de la bandera celebrada este sábado en Sant Antoni. | Moisés Copa

La localidad de Sant Antoni ha acogido una multitudinaria Jura de Bandera para personal civil en la que participaron más de 150 personas prestando su promesa ante la Bandera besando la Enseña del Regimiento de Infantería «Palma» nº47. El passeig de ses Fonts quedó repleto de centenares de personas, además de los curiosos turistas, que observaron el solemne acto comandado por fuerzas del Ejército de Tierra y la Guardia Civil y en el que el propio alcalde del municipio, Marcos Serra, renovó su juramento y dedicó unas palabras de gratitud al «símbolo que nos une a todos los españoles».

La Policía Local de Sant Antoni cortó los accesos a las 10:00 horas del sábado. El día era estupendo: el sol se alzaba entre las nubes sueltas y la temperatura ha bajado con respecto a la semana anterior. El paseo estaba muy transitado y la llegada de los militares y de agentes de la Guardia Civil tan solo consiguió llamar la atención de aquellos que desconocían que, en pocos momentos, daría comienzo una Jura de Bandera. El dispositivo desplegado colocó unas vallas con la bandera para delimitar la zona en la que se moverían los regimientos y las autoridades. Los cientos de espectadores intentaban conseguir el mejor sitio, animados.

Muchos de ellos eran niños, pero también gente mayor. Las familias movían varias banderitas que estaban repartiendo las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, así como llaveros con la rojigualda. Tenían los móviles preparados e incluso comenzaron a sacarse fotos con algunos de los militares y agentes, emocionados por acudir a un acto fuera de lo común. De espaldas al mar se colocaron, en filas, los más de 150 civiles que se habían inscrito para la Jura.

A su lado estaban las autoridades de militares y también las políticas. Destacó la asistencia de José Vicente Marí Bosó, diputado al Congreso por las Islas Baleares, el alcalde de Sant Josep, Vicente Roig, Miguel Ángel Jerez Juan, senador por Baleares, y Vicent Marí, presidente del Consell que acudió tarde a la cita. Marcos Serra se colocó gran parte del acto en una posición distinguida junto al comandante general de Baleares, Fernando Luis García Herreiz.

La Bandera como símbolo

A falta de un cuarto de hora para las 11:00, el regimiento de infantería, seguido por la Guardia Civil, comenzó a desfilar desde la calle del Bisbe Torres hasta colocarse en el centro del paseo, a un lado de la fuente en dirección al mar. Allí se detuvieron ante los gritos de «viva la Guardia Civil» y «viva España» que soltaban los numerosos asistentes. Las piezas de los músicos militares atrajeron todavía a más personas, especialmente a los turistas que se encontraban en la playa y pasaban preguntando por lo que sucedía. «¡Spain, Spain, Spain!», exclamaban unos ingleses con los brazos al aire antes de que una oficial tuviera que separarlos del dispositivo.

Un agente de la Guardia Civil que se encargaba de vigilar la zona comentó que antes pertenecía a la Guardia Real y que allí vivió «cientos de Juras de Bandera», también civiles. «Eran sobre todo de políticos», declaró. Lleva seis años en la isla y aseguró que ya «está hecho a la isla». «Es verdad que faltan compañeros y efectivos, como en todos lados, y el ciudadano de a pie lo nota. En verano la isla se masifica demasiado», suspiró el agente, que se sentía agradecido porque «no es uno de los días que hace tanto calor». Detrás suya, un hombre gritó: «¡Venga, venga, venga! ¡A formar s’ha dit!».

Cuando todos se hallaron en sus posiciones, el acto dio comienzo oficialmente con un discurso de bienvenida en el que se repasó brevemente la historia de la Bandera: «A lo largo de los más de cinco siglos transcurridos desde la reunificación de los reinos hispánicos, culminada por los Reyes Católigos, dos estandartes destacan en la historia como símbolos de España: la bandera blanca con la cruz roja de Borgoña, y la actual enseña nacional descrita en el artículo cuarto de la Constitución de 1978».

El primer símbolo llegó a España con Felipe I, el Hermoso, pero no se extendería su uso hasta el reinado de Carlos I, el emperador Carlos V. Se dio un repaso de la evolución en el uso de la bandera con la Cruz de Borgoña. «El progresivo cambio de la bandera», continuó, «tuvo su punto de inflexión en el reinado de Carlos III cuando había varios reinos regidos por la casa de Borbón, así como otros como Inglaterra, que usaban el blanco distintivo y podía ocasionar errores de detección».

El ministro de Marina, Antonio Valdés, propuso doce modelos de banderas a Carlos III, que se decantó por una con tres franjas iguales: «Encarnada, amarilla, encarnada, que posteriormente se modificó doblando el ancho de la franja central». La llamada rojigualda fue adoptada por todos los cuerpos del Ejército, la Armada y la milicia nacional en 1843 y ha sido desde entonces, a excepción del periodo de la Segunda República, «el símbolo fundamental de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria». «La Bandera supera las divisiones de cualquier índole y nos recuerda una historia común de la que todos debemos sentirnos orgullosos».

Honores y juramentos

La Bandera del Regimiento de Infantería Palma 47, portada por la teniente Lucía Giménez Giménez, fue recibida en silencio bajo los acordes del himno nacional. A su encuentro fue el general de división comandante general de Baleares Fernando Luis Gracia Herreiz, que recibió los honores de ordenanza y pasó revista a la fuerza en formación acompañado por el coronel jefe del regimiento, Leónidas Fernando García del Castillo, y el capitán en jefe de la fuerza, Cristian Alfaro Felipe.

El sol azuzaba desde lo alto y daba de frente a las fuerzas en formación. Una agente de la sección de la Guardia Civil hubo de dejar su fusil y sentarse unos minutos, ya que el uniforme aumentaba considerablemente una temperatura que no paraba de aumentar. Sus compañeros fueron a ofrecerte agua y le dieron espacio mientras se recuperaba. Afortunadamente, la agente pudo volver a su sección y finalizar el emotivo acto.

La Jura de Bandera tuvo lugar momentos después. Marcos Serra fue el encargado de iniciar el proceso avanzando en solitario por la plaza hasta besar la Bandera y retirarse. Una vez hubo terminado el alcalde, fue el turno de las más de 150 personas inscritas al juramento. Las filas comenzaron avanzando muy rápido, y el ritmo de la marcha militar resultó ser demasiado. Poco a poco fueron frenando y adoptaron una velocidad más calmada.

Entre los jurandos pudieron verse los rostros de algunos concejales de Sant Antoni y políticos de la isla. Eran muchos hombres y mujeres e incluso juró una señora que iba con dos muletas, despacio, con cuidado pero con muchas ganas, acompañada por una oficial. El coronel jefe del Regimiento Palma 47 fue quien tomó juramento al personal civil formando una cruz con el sable y el asta de la bandera. Gracia Herreiz otorgó, al terminar, honores al jurando más veterano y a la más joven.

El alcalde de Sant Antoni de Portmany dedicó unas palabras tras reafirmar su juramento a la Bandera. «La Bandera y su Escudo unen a todos los españoles reflejando, a su vez, la rica diversidad de nuestro país», expresó Serra. Este símbolo, según pronunció, recuerda a los ciudadanos que «somos una comunidad con una historia y una cultura compartida» y que unidos se puede superar cualquier dificultad. «Los que habéis decidido jurar lealtad a la Bandera», continuó, «estáis realizando un acto solemne: juráis defender los valores y principios constitucionales de la nación, proteger a nuestros conciudadanos y trabajar por el bien común».

El compromiso es, para Serra, una gran responsabilidad y un honor: «Demuestra vuestro compromiso con la nación, con los valores democráticos y con el resto de los españoles, así como vuestro amor por el país y todo lo que significa». El alcalde terminó agradeciéndole en nombre del ayuntamiento su juramento a los más de 150 civiles que se presentaron. También le dio las gracias a las Fuerzas Armadas por la organización del evento y a todos los asistentes por su presencia.

Un compromiso sagrado

Las palabras del alcalde fueron acompañadas por las del comandante general de las Baleares, que quiso dar la bienvenida a los presentes y a todos los ibicencos en catalán. Tras agradecer a las autoridades por el acto y en especial a Marcos Serra por «su desinteresado, entusiasta e inapreciable apoyo», ofreció un breve repaso de la historia de la Bahía de Sant Antoni, «lugar elegido por múltiples civilizaciones». «Hoy continúa siendo un lugar próspero, de buena gente trabajadora y hospitalaria», afirmó, dando su agradecimiento a los ciudadanos de la localidad.

Su discurso, sin embargo, fue dirigido en su mayoría a las personas que han jurado Bandera y en «el sagrado compromiso» que ello implica. «Con este gesto», prosiguió, «os habéis prometido continuar con la senda marcada por nuestros antecesores a la vez que les mostramos respeto y les rendimos homenaje». Gracia Herreiz afirmó que para él es un honor coger el «solemne juramento que no hace otra cosa que refrendar lo que nuestra Constitución determina en su artículo 30, que establece que los españoles tienen el derecho y el deber de defender España».

«No hace falta entrar en combate para demostrar que somos coherentes con la palabra dada», aclaró el comandante general de Baleares, «si nos mostramos cada día como ciudadanos responsables, con una actitud generosa, tolerante y solidaria con el fin último de alcanzar el bien común». Con estas palabras, Gracia Herreiz quiso resaltar el compromiso de las Fuerzas Armadas con el pueblo y mostrar el vínculo entre el Ejército y la sociedad.

El acto finalizó con el emotivo homenaje a los caídos por la patria. Sobre un monumento improvisado a modo de monolito situado frente a una enorme bandera rojigualda, los estandartes del regimiento de infantería y de la Guardia Civil desfilaron en dos columnas al son de los instrumentos y de las voces que interpretaron La muerte no es el final, una canción católica que honra a los caídos. Tras las palabras de un religioso, dos militares, uno de ellos con el uniforme de los últimos de Filipinas y otro de las tropas de Carlos III, cedieron una ofrenda floral en forma de corona para que el alcalde portmanyí y comandante general de Baleares la depositaran frente al monolito.

Finalmente, se disparó una poderosa salva que asustó a más de uno entre el público, sorprendido por la fuerza del sonido. Tras ello, las Fuerzas Armadas realizaron un último desfile a modo de conclusión del solemne acto en el que se escucharon nuevamente los «viva la Guardia Civil», «viva el Rey» y «viva España». Aquellos que juraron pudieron ir a dos carpas a recoger sus certificados.

«Es la segunda vez que juro Bandera, pero vamos, se hará tantas veces como haga falta», comentaba uno de los jurandos antes de recoger su diploma. La primera Jura que hizo fue el año pasado en Vila. Acompañado por su hijo pequeño, el hombre explicó que para él «la bandera de España y ser español significa todo». «Es nuestra patria, nacimos aquí y nos moriremos aquí. ¡Que viva España!», se despidió.

Un poco más atrás de la fila se encontraba Amparo, acompañada por su marido: «He jurado como española y por un deseo de mi padre y de mi abuelo siempre habían tenido y que yo hoy he cumplido». Es su primera Jura y para ella la experiencia ha sido «muy bonita y emotiva». Es portmanyí y se alegró mucho de que «el pueblo siempre se vuelque en los actos».

Antonia García ya se marchaba a su casa mientras su mujer revisaba el certificado que le acababan de dar. «Para mí significa renovar mis votos: sigo sintiendo mi patria y sigo siendo español», declaró. El señor ya juró Bandera en el servicio militar y en cuanto se enteró de este acto no dudó en inscribirse: «La experiencia ha sido muy bonita, muy emotiva, me he emocionado. Me recordó a cuando juré con 20 años, ¡y ahora tengo 65!».

Fotos en familia con militares

El paseo estuvo lleno de personas en todo momento. Las pequeñas banderas españolas que se repartieron ondeaban en la mano de decenas de ellas, incluso de algunos ingleses sentados a la mesa de un restaurante, contemplando lo que acontecía con entusiasmo y cervezas. Los niños miraban con suma atención los fusiles que portaban las Fuerzas Armadas, coronados en su punta por bayonetas y que complementaban algunos de los militares con sierras y palas colgadas a la espalda. Muchas de estas espaldas, por cierto, empapadas de sudor a causa de su estancia permanente bajo el sol.

«Yo es la primera Jura a la que vengo y me ha parecido muy bonito todo esto», comentaba Ángeles, una espectadora, durante el desfile final. Lleva 37 años viviendo en la isla, en Sant Antoni, y la celebración de actos como este «está muy bien». A su alrededor, la gente aplaudía ante el paso del regimiento y de la sección de la Guardia Civil.

Juan, un señor mayor, paseaba por la plaza con una gorra del ejército. El natural de Santa Eulària expresó que para él ha sido «muy emocionante». Estuvo dos años en el Ejército, en los años de la Transición, y «todo ha cambiado mucho». «Se hizo un Jura en Santa Eulària, donde volví a jurar, y ahora toca en Sant Antoni. Cada vez que hacen, voy», comentaba, alegre.

Un poco más allá estaban charlando tranquilamente miembros de las Fuerzas Armadas con civiles. Un oficial del regimiento se agachaba, prácticamente arrodillado en la acera, para sacarse una foto con Mamadou y Aboubacar, de cuatro y dos años y medio, bajo sus hombros. Su padre, también llamado Mamadou, explicaba que sus simpáticos hijos fueron los que le pidieron sacarse la foto con los militares. «Están encantados, nunca habían visto nada así».

Tras ellos se encontraban los dos militares del Regimiento de Infantería Palma 47 encargados de portar con la corona floral de homenaje a los caídos. El que iba uniformado como el Ejército de Filipinas explicó que «es un honor poder venir desde Palma para celebrar con la gente de aquí». A su alrededor eran muchas las personas que aprovechaban para sacarse fotos con las Fuerzas Armadas, especialmente los niños. También había, sin embargo, un alegre matrimonio inglés que pedía fotos.

La Jura de Bandera de personal civil se enmarcaba en las celebraciones del Día de la Fiesta Nacional 2023, si bien se ha adelantado a este sábado 7 en lugar de esperar a la semana del 12 de octubre. El Ayuntamiento de Sant Antoni de Portmany, con la colaboración del Consell Insular de Ibiza, organizó este acto que ha reunido a centenares de personas en la localidad y en el que personas no vincularas a las Fuerzas Armadas de manera profesional han podido manifestar su compromiso con la defensa de España.

La fuerza que participó en el acto, al mando del capitán de infantería Cristian Alfaro Felipe, estaba compuesta por una sección del Batallón de Filipinas 1/47, perteneciente al Regimiento de Infantería Palma 47, con banderín, escuadra de gastadores, banda y bandera del regimiento, música de la Unidad del Cuartel General de la Comandancia General de Baleares y una sección de la Guardia Civil destinada en Ibiza.