El barrio de la Marina, ubicado en el área de influencia de la zona declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999, lleva décadas sufriendo graves problemas que ningún gobierno municipal ha sabido o ha querido solventar. Esta situación provocó que, en su día, residentes y comerciantes formaran sendas asociaciones para, desde estas entidades, poder denunciar y hacer presión para intentar que los gobernantes de Ibiza pongan soluciones sobre la mesa para un barrio cuyas calles recorren cada año miles de personas atraídas por la combinación de historia, comercio y restauración que ofrecen. Un barrio que, además, intenta resistirse a la gentrificación pero que cada vez encuentra más difícil no sucumbir a esta por la falta de servicios para las familias con hijos o las personas mayores.
Elisa Roselló (Ibiza, 1977), es la presidenta de la Asociación de Comerciantes de la Marina. Una entidad que lucha por cosas tan básicas como la mejora de la limpieza de las calles del barrio, la modernización de la iluminación o el incremento de la seguridad. Está contenta porque el programa de actividades organizado por el Ayuntamiento para el 150 aniversario del Mercat Vell está siendo «todo un éxito». Y cree que el nuevo Gobierno de Ibiza se está «moviendo» para activar resortes que permitan que la Marina no se hunda. Admite que en la anterior legislatura había políticos que estaban «muy preocupados» por el barrio pero cree que la necesidad de atender a todas las zonas de la ciudad por igual perjudicó a un espacio histórico que, una vez más, vio cómo sus reivindicaciones caían en saco roto.

— Estamos a finales de octubre y en la Marina no se ha echado aún el cierre. ¿Qué está pasando?
— Lo que está pasando es que está habiendo una serie de eventos que están ayudando a que haya más movimiento en el barrio. Se está celebrando el 150 aniversario del Mercat Vell con toda una serie de actividades y ha venido muchísima gente. Son actividades para niños, homenaje a mayores, hemos hecho una Flower Power, tenemos conciertos, actuaciones de cómicos locales, artesanía local… Esto está haciendo que la gente venga al barrio. Si alguien tenía pensado cerrar a principios de octubre ha decidido aguantar un poquito más. Los eventos van a durar hasta bien entrado noviembre y luego enlazamos con las fiestas navideñas.

—Pero, al margen de este programa de actividades, que es para los fines de semana, a diario hay vida en el barrio. Y eso en estas fechas no suele suceder.
— Sí, es verdad. Ahora la gente intenta alargar la temporada turística todo lo que puede. Pero también es verdad que la temporada es cada vez más floja en la Marina. Antes había un elemento muy importante que es que las personas que tenían el comercio aquí no tenían que competir con otras zonas. Ahora tienes Platja d’en Bossa, que tiene muchos comercios y los beach clubs. Por eso ahora en la Marina se intenta alargar. También ha acompañado el tiempo, que aún vamos en manga corta. Y aún hay cruceros y es algo muy positivo. Todo esto hace que mucha gente se plantee abrir más tiempo. Hay más actividades en el barrio, hay oferta de cruceros y los comercios deciden seguir abiertos.

—Mucha gente piensa que los cruceristas no compran, que solo pasean por el barrio.
—Pues yo entiendo que no. De primera mano le puedo decir que los cruceristas compran. A ver, depende también del rato que tengan para estar en la isla. A veces, cuando bajan, ya les espera un autobús para ir a una excursión. Pero, si están más tiempo atracados, entonces pueden elegir y vienen, pasean y compran.

—¿Qué tal ha ido esta temporada?
—Yo no puedo decir que haya sido mala pero tampoco ha sido excepcional. Ha habido muchos días en los que por la noche no había nadie. Ha sido una temporada regular. No mala pero no ha sido de las más potentes.

—La desaparición de la vida nocturna de la Marina viene de hace años.
—Esto está directamente relacionado con la bajada de la afluencia de visitantes. Es realmente causante de esta situación. Antes la gente, cuando quería tomar algo, iba a los bares de la Marina y, más entrada la noche, se iban a las discotecas. Ahora, si tienes a una persona que ya ha hecho todo el día en una sala de fiestas o en un beach club, ya no baja por la noche. Eso ha jugado muy en contra de la Marina. Y eso es un hecho objetivo.

—Vila propuso a principios de verano la recuperación de los pasacalles nocturnos por la Marina, pero parece que al final no se hizo nada.
—No, hace muchos años que no hay estos pasacalles. Eran espectaculares, con trajes estupendos, música… eso atraía a muchísima gente. De hecho, aún la gente sigue preguntando por ellos. Te vienen a los negocios a preguntarte que a qué hora pasan los pasacalles de las discotecas. Pero ahora son solo dos o tres personas con el logo de la discoteca. No es como antes.

—¿Les gustaría que eso se recuperara?
—¡Sí, claro! Es un atractivo turístico que gusta a la gente. Y es curioso que nos sigan preguntando. Creo que hay aún negocios que se dedican al turismo y siguen anunciándolos. La verdad es que estaría muy bien poder recuperarlos.

—Desde el punto de vista de la asociación, ¿cuáles son hoy los principales problemas del barrio?
—Tenemos problemas históricos como la seguridad, el acceso, la limpieza y la revitalización. Yo quiero aprovechar esta entrevista para decir que, aunque el nuevo equipo de Gobierno de Ibiza lleva poco tiempo, estamos empezando a ver movimiento. Pero tenemos esos problemas que son históricos.

—Es sorprendente porque llevamos décadas hablando de arreglar estos problemas.
—Sí, es cierto. En el barrio hay una realidad. Es un barrio muy bonito pero sí que es verdad que, para vivir, atrae a un sector de población como parejas sin hijos o personas que viven solas. Pero se ha hecho un barrio complicado para la gente mayor o para las familias con niños. A ver, vive mucha gente pero, cuando llega el invierno, la sensación es de vacío. Y, además, hay pisos que solo están abiertos en verano porque son propietarios que quieren aprovechar la temporada.

—La famosa gentrificación.
—Claro. A ver, la Marina no es una zona netamente turística porque vive gente pero realmente solo hay movimiento en la época estival.

—¿Es cierto que van a cerrar el único supermercado del barrio?
—Sí, es verdad. Es un tema que nos preocupa. Y se lo hemos trasladado al Ayuntamiento. Van a remodelar sa Peixateria y nosotros vamos a hacer algunas propuestas. Una de ellas es que se pueda ubicar allí algún espacio para poder abrir un supermercado o algo para que la gente pueda ir a comprar. Es algo necesario. Es así de simple. El súper que hay ahora es un sitio pequeñito y, cuando vas, siempre está lleno de gente que hace allí la compra.

—¿Qué posibilidad tiene el Ayuntamiento, como Administración, de solventar este problema? Al final, es algo que depende de que un privado quiera abrir un supermercado.
—Estamos pendientes de ver qué se puede hacer o no en sa Peixateria. Está claro que será una iniciativa privada. En verano hay muchísima gente y en invierno hay más de la que parece. Yo no comprendería que alguien que se dedicara a la alimentación no apostara por esta zona. Cualquiera sabe que es una buena zona. Y hay otro elemento. Están todos los restaurantes y bares del barrio. Es verdad que compran al por mayor, pero también necesitan cosas a diario. Y necesitan un supermercado. Desde un punto de vista empresarial, es una buena zona.

—Durante la pasada legislatura, el Ayuntamiento no hizo mucho caso a sus reivindicaciones. ¿A qué lo achaca?
—La verdad es que no sabría decirle. Sí que nos sentimos un poco desatendidos. Pero no sé a qué achacarlo. Teníamos peticiones históricas que en las anteriores legislaturas también las habíamos hecho. Yo no sé si es que querían llegar a muchos otros sitios. A ver, vaya por delante que todos los barrios de Ibiza son importantes. Eso está claro. Pero quizás ellos querían llegar a todo y, al final, nos tocó menos parte. O tal vez es que, a lo mejor, éramos muy reivindicativos y causamos el efecto inverso.

—¿Ha cambiado ahora la relación con el nuevo gobierno?
—Yo tengo que decir que con los anteriores gobiernos, con la mayoría, había una relación de cordialidad. Sí que es verdad que había personas del anterior gobierno que estaban muy preocupadas por el barrio. Decir lo contrario sería faltar a la verdad. Pero, con el gobierno que hay ahora, hay más fluidez y esto lo estamos notando.

—¿Ahora ven acciones?
—Sí, y eso es un dato objetivo.

— Aunque todos los barrios sean iguales, la realidad es que la Marina es un barrio histórico y ya por ello el trato ha de ser diferente porque los problemas no son los mismos.
—Es un barrio que requiere de una atención especial, pero no porque esta atención tenga que ser mejor que la de otros barrios. Digo especial porque es un barrio antiguo y tiene unas necesidades que no tiene un barrio nuevo. Las necesidades de una persona mayor no son las mismas que las de una persona joven y esto es igual. Además, es Patrimonio de la Humanidad. Los aledaños de la parte intramuros, como es el caso de la Marina, también tienen que ser atendidas. El barrio necesita que se preste especial atención a problemas como el de la circulación. Pero eso no significa que se impida el tráfico porque hay gente que necesita poder ir en coche al barrio. Los edificios precisan de una atención especial porque son centenarios. Necesitan cuidados diferentes.

—En este sentido, Vila ahora ha tomado decisiones como la reducción del horario de la zona ACIRE o las ayudas para la remodelación de las fachadas comerciales. ¿Cambian las cosas con respecto a etapas anteriores?
—Estamos viendo que hay acciones dirigidas a solucionar problemas que nosotros veníamos denunciando. Esto es así. Han facilitado otra calle de entrada, han reducido el horario de ACIRE, están revitalizando la zona con actividades, están haciendo líneas de ayudas… todo eso suma.

—Otro de los problemas que más preocupa al barrio es el de la seguridad.
—Mucho. Preocupa y mucho porque en el barrio vive gente. Y tenemos una realidad: hay una zona que todos sabemos que es un poco problemática. Te encuentras por la calle que viene de consumir. También hay gente que aprovecha que los bares están cerrados en invierno para robar. Si tú ves un local que está cerrado todo el invierno, la calle no está iluminada y no hay movimiento, es muy propicio para robar. Eso nos preocupa.

—Ustedes también se han quejado mucho por la falta de limpieza. ¿Ha habido alguna mejora?
—Hemos notado, sobre todo, que los contenedores de la plaza de Sant Elm, que eran de madera y estaban muy deteriorados, se han cambiado. De momento, están arreglando esa zona y es muy importante. Es una zona de mucha afluencia y la basura se acumulaba muy rápido y rebosaba enseguida. Están haciendo cosas en esa zona. Creo que también han pasado la manguera más veces. Entiendo que van a mejorar la contrata de limpieza y eso es algo necesario.

—También les preocupaba mucho era la reapertura del callejón de la calle de Enmig, que provocó que se incrementara la presencia de consumidores de estupefacientes, los hurtos…
—Es que lo que pasa en la zona ya lo sabemos. Cualquier sitio que sea un poco de refugio, puede haber esa problemática. Ahora mismo no hemos puesto la petición de cerrarlo sobre la mesa pero sí lo pedimos antes. Ahora nos tenemos que volver a reunir con el Ayuntamiento y lo lógico sería que volviéramos a pedirlo.

—¿Están ustedes de acuerdo con el cambio de usos de sa Peixateria?
—Nosotros vamos a reunirnos en breve con la Asociación de Vecinos para tratar este asunto. Y queremos ver qué podemos proponer. Como le comentaba antes, a nosotros nos interesa mucho que pueda haber una zona donde se pueda comprar, un supermercado.

—Pero no se puede dedicar todo el espacio de sa Peixateria a eso.
—Ya, ya nos hacemos cargo. Tampoco queremos que sea para lo mismo que ya está el Mercat Vell. Pero sí un sitio donde puedas comprar lácteos, carne, pescado… Que no puede ser de pescadería o carnicería, no pasa nada, como en muchos supermercados. Pero es que hace falta.

—El cierre del supermercado es preocupante, claro.
—Sí, es que te obliga a ir fuera del barrio. Y no puede ser que en tu barrio no tengas un establecimiento de alimentación.

—No tienes un súper pero sí tres o cuatro farmacias en la misma calle.
—Claro, claro [risas]. Vamos a proponer a algún farmacéutico si quiere reconvertirse en supermercado.

—A ver, lo de la calle de las farmacias es fantástico para todos. Pero no deja de ser llamativo.
—Nos hacen un gran servicio y, además, aportan luz y vida al barrio, que es muy importante. Pero, como le decía, nos gustaría que en sa Peixateria hubiera un supermercado. Además, querríamos que se pudiera compaginar ese espacio con otro polivalente para hacer eventos o actividades. Eso sería perfecto. Pero, si se dedica todo a actividades culturales, no será lo más acertado.

—La celebración del 150 aniversario del Mercat Vell está siendo todo un éxito. Fue una comerciante la que inició todo. ¿Esperaban ustedes este éxito?
—La verdad es que no. Lo primero que no esperábamos es tantísimas actividades. Piense que hay cosas programadas hasta el 19 de noviembre. La verdad es que nos ha sorprendido. El primer día vino mucha gente. Y el segundo fin de semana ha sido estupendo, a pesar de que hubo que cancelar cosas por el mal tiempo. Pero se hicieron ballades pageses por todo el barrio. Se hizo el Flower Power, el homenaje a los mayores… La gente ha bajado y ha disfrutado mucho y nosotros con ellos.

—¿Cree que esto debería institucionalizarse en el sentido de que se haga cada año un programa de actividades para el invierno dirigido hacia los residentes?
—Sin duda. Es que, vamos a ver, esto es el casco histórico. No hay más que decir. No puedes dejar que esté inactivo.

—Cuando se otorgó el título de Patrimonio de la Humanidad en 1999 uno de los principales objetivos ya entonces fue el de dinamizar esta zona de la ciudad. Pero han pasado muchos años hasta que se ha comenzado a conseguir.
—Por lo que fuese no llegó a prosperar del modo deseado por los que vivimos y trabajamos aquí. Nosotros hemos comentado esto, que debería institucionalizarse porque ha quedado claro que la gente baja, que la gente viene, que la gente disfruta. Entonces, ya está.