Qué duda cabe de que la avenida Isidor Macabich del municipio de Ibiza es una de las vías más transitadas de la ciudad. En sus cerca de 800 metros, la avenida alberga desde el edificio de los juzgados en uno de sus extremos hasta la sede Correos en el otro. En su recorrido resiste un buen número de negocios locales que han sobrevivido a los 13 meses de transformación que sufrió la vía en la pasada legislatura. Otros, en cambio, mantienen la persiana bajada tras el embiste, primero de la pandemia y, después, de las obras cuyo resultado despierta opiniones contrapuestas.

Según Kaya, vecino de la zona, «ahora está todo mucho mejor». «Vivo aquí desde que tenía 14 años, pero me fui unos años y a la vuelta me lo he encontrado todo cambiado, mucho más bonito».
Ginés también es vecino de la zona, uno de los más veteranos y en su caso, el cambio en la avenida le ha costado algún disgusto. «Yo estaba acostumbrado a que la calle fuera lisa y un día, cruzándola, me tropecé con las guías del carril bici», relata el veterano vecino que asegura que «me costó más de dos semanas arreglarme la rodilla». Sin dejar de apuntar al carril bici, Ginés también explica que «pasando por el paso de peatones, cuando el semáforo estaba verde, me arrolló un patín que no me tumbó de milagro».

«Este paso de peatones es un peligro», añade otra vecina de la zona, Encarnación, desde el Parque de la Paz. «Hay que estar muy atentos, porque los patines no respetan los semáforos», advierte Encarnación quien apunta que «por aquí pasa mucha gente mayor que va al Hogar Ibiza y hay que tener en cuenta que un golpe para una persona mayor puede ser fatal».
Rafael también puede presumir de veteranía tras más de 20 años al frente de su negocio de electrónica. «Cuando llegué, todo esto era campo», bromea.

En su opinión, «tras la reforma ha quedado bastante amplio y bastante bien», sin embargo, también observa que «ha quedado muy poco aparcamiento y no le veo mucho sentido al carril bici en una ciudad donde casi nadie lo usa». «Fue una época en la que todo esto fue una trinchera y hubo quien tuvo que cerrar puertas», recuerda Rafael la temporada de las obras, pero también la de la pandemia cuando, «algunos de los negocios, sobre todo los de hostelería, tuvieron que cerrar puertas. Tras el Covid llegaron las obras y no todos lo soportaron». «Gracias a Dios nuestros clientes han sido siempre muy fieles y nosotros hemos podido salir adelante», añade el comerciante.

«Antes estaba más sucia, pero había más árboles y eso no me gusta», opina Yael, también vecina de Vila. Las quejas de esta vecina también giran en torno al poco civismo de algunos usuarios del carril bici que «no respetan los semáforos y pasan cuando les da la gana, aunque tengan el semáforo en rojo». Sin embargo reconoce que «no hay respeto por ninguna de las partes porque el que va andando no se fija que hay un carril bici y el que va por el carril no respeta la señalización». Otro de los puntos a los que apunta la vecina son las rampas ya que «tienen un escalón a los lados en el que se tropieza la gente mayor cada dos por tres».

Noticias relacionadas

Años muy largos

Lionardo es el responsable de una de las cafeterías de Isidoro Macabich, Pascucci, que ha podido soportar las obras y la pandemia. «Han sido unos años muy largos, ahora tenemos que soportar que nos dejen la porquería delante de la puerta», se queja. La única queja del hostelero apunta al poco civismo «de alguna gente que transita por el Parque de la Paz», aunque reconoce que «el cambio en la avenida, finalmente, ha quedado bien».
Alejandro trabaja en la misma cafetería y apunta que «hay gente que se tropieza con el carril bici, pero es que tienen que mirar y cruzar por otro lado», respecto a los no pocos incidentes de los que es testigo a diario. «Debería estar mejor señalizado, está un poco peligroso para los peatones» añade el camarero.

Otra vecina veterana que ha sufrido el ‘Via Crucis’ de las obras es Isabel, quien reconoce que «al final ha quedado mejor de lo que estaba; ualquier obra es molesta, la hagas en la calle o la hagas en tu casa, lo importante es que quede bien». Se queja de la limpieza apuntando al civismo de algunos ciudadanos que «si no tienen cuidado unos y tiran cosas, los demás tampoco tienen cuidado». Respecto al carril bici, Isabel acepta cierta contradicción en su opinión ya que, «por un lado me gusta, pero por otro, es un poco peligroso para la gente de edad que va más despistada, todavía nos falta costumbre».

Danielle es asidua de Ignacio Wallis, que califica como «la calle que llega a todos lados». Ella se fija en que «es una de las calles más comerciales de la ciudad, puedes encontrar todo tipo de negocios diferentes». Desde la librería Blau Press, Cati pone el foco en los comercios de la avenida. «Desde que se ha cambiado, los negocios de la zona van todos a peor», según afirma. «Han quitado el aparcamiento y la gente ya no pasa tanto como antes», observa Cati quien también dirige la atención a las baldosas ya que «las han puesto de cualquier manera, entre algunas de ellas te cabe un dedo y allí se acaba acumulando la porquería». Otro de los puntos importantes a los que apunta Cati es la falta de sombra en toda la vía, «espero que crezcan pronto los árboles, porque este verano ha sido un infierno».

Elsa y Naura son asiduas de Isidor Macabich y no se ponen de acuerdo sobre el resultado de su remodelación. «A mí me gustaba más como estaba antes», opina Naura, mientras para Elsa la avenida «ha quedado mejor, lo que pasa es que está más peligroso ahora para el tráfico». Mientras una moto da la razón a Elsa esquivando un coche que se salta un cruce, Maura insiste en que «antes era más fácil y seguro poder moverse; los semáforos y la gente hacen lo que quieren», concluye.