El Cementiri Vell de Vila este miércoles. | Vanessa Hernández

Los ibicencos mantienen más vivo que nunca el recuerdo de sus familiares y seres queridos en estas fechas con motivo de la festividad de Tots Sants. Un recuerdo que ha llenado de historias de amor todos los cementerios de la isla este miércoles, aunque muchos vecinos llevan días visitando la tumba de sus difuntos durante las jornadas previas. Esto ha ocasionado visitas más escalonadas y ha evitado las masificaciones de otros años. «Vine hace dos días a arreglar y engalanar las sepulturas de nuestros seres queridos. Ese día había también otros familiares», explicó la vecina Francisca Riera en el Cementeri Vell de Vila, uno de los más transitados de la isla, minutos antes del comienzo de la tradicional misa de difuntos en la capilla de este camposanto.

Muy cerca de esta mujer estaba la vecina Lina con un gran ramo de crisantemos. «Las flores también son protagonistas y éstas que llevo simbolizan la eternidad y la longevidad», explicó mientras dejaba el ramillete sobre la lápida de su padre, quien falleció hace tres años. Con el paso de los minutos este cementerio de Vila comenzó a llenarse de más flores, convirtiéndose en un jardín de recuerdos y anécdotas que se dejaba contagiar por el íntimo ambiente familiar creado por las conversaciones entre abuelos, padres e hijos. «Joan deja de llorar que él sólo quiere verte sonreír», le decía un hombre a su pequeño enfrente de la tumba de su abuelo. Poco a poco sobre los sepulcros reinaba una amplia variedad de flores: rosas, claveles, gladiolos y margaritas, que representaban en el Cementeri Vell el gran amor hacia todos los seres queridos fallecidos.

Solemnidad

Uno de estos centros lo portaba entre sus brazos el vecino Salvador Torres, quien extendía estas flores en uno de los laterales del nicho mientras tres familias diferentes entraban por la puerta del recinto para velar a sus familiares y allegados. «La instalación de ramos en las entradas y en las capillas del camposanto aporta solemnidad y paz», explicó la vecina Cati resaltando que este decorado es necesario porque en los cementerios residen «nuestros sentimientos más profundos». Cabe recordar que el Ayuntamiento de Ibiza estuvo adecentando los camposantos municipales antes de que las visitas a los cementerios se dispararan estos días: desde esta instalación de flores hasta la impermeabilización de un bloque de nichos.

Además, también se selló una fosa común en el Cementeri Nou de Vila, donde se dispuso una placa en memoria de los difuntos. También se pintaron muros y paredes de ambos recintos y se trabajó en la restauración de la imagen del Cristo del Cementeri Vell. «Estas mejoras son muy importantes porque el cementerio es un sitio histórico y es esencial no descuidar las lápidas para preservar su belleza», apuntó esta residente de Ibiza haciendo hincapié en que todos estos espacios necesitan un mantenimiento y una limpieza, además de una puesta en funcionamiento de los objetos ornamentales que se encuentran dentro. Las familias seguían entrando y recorriendo la calle principal llena de panteones familiares mientras el aire se seguía levantando fresco.

En este sentido, según uno de los funcionarios del Ayuntamiento de Vila que trabaja en el Cementeri Vell, esta tradición sigue teniendo mucho arraigo en Ibiza. No obstante, apuntó que, si antes la gente especialmente se acercaba el Día de Tots Sants al cementerio, desde hace unos años visitan a sus seres queridos fallecidos durante todo el año y de forma más escalonada. Esto hace que este recinto tenga un aire más familiar que el resto, ya que al estar dentro de la ciudad sólo un tabique consigue separar la vida del descanso eterno.

Cementeri Nou

Con menos llegadas, pero con la misma belleza y solemnidad se despertó también el Cementeri Nou, el otro camposanto de Vila que se encuentra fuera de la ciudad. «Tots Sants es un día de reencuentros para todas las familias. Por eso, muchos aprovechan esta festividad para venir a depositar un ramo de flores en memoria de sus allegados difuntos», señaló Marga Guasch, quien estaba limpiando la tumba de su padre fallecido.

Un gesto que también realizó otra residente en la estructura vecina al sacar de su bolso una bayeta y una botella de agua para limpiar la lápida con mimo. Se llamaba Rosario y perdió a su marido cuando ella tan sólo tenía 58 años de edad. Muchas fueron ayer las viudas que llenaron de flores unas tumbas que convirtieron el paisaje taciturno en un día más luminoso. «Esta tarde regresaré porque se celebra la homilía», apuntó esta mujer resaltando que también celebrará el Día de los Difuntos, que se conmemora el 2 de noviembre, e indicó que durante esta jornada también se rinde culto a los familiares fallecidos como ocurre durante Tots Sants.