Rubén Sousa, minutos antes de la charla con ‘Periódico de Ibiza y Formentera’. | Moisés Copa

Rubén Sousa (Llucmajor, 1983) es el concejal más político del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Ibiza. Especialista en sacar de quicio al exalcalde Rafa Ruiz durante las sesiones plenarias municipales, Sousa se muestra mucho más serio a la hora de explicar su trabajo al frente de las concejalías de Movilidad, Ciudad Inteligente y Fondos Europeos. Tres áreas importantes a la hora de acometer la transformación de la capital ibicenca que se ha marcado el nuevo Gobierno municipal.

—¿Cómo está viviendo estos días tan delirantes a nivel nacional?
—Con preocupación, la verdad. Bastante preocupación. También con asombro. Nos cuentan esto hace 10 años y nadie lo creería. Por el interés de una persona estamos condicionando la convivencia de todo el país. No hay más que la silla de Sánchez. En el acuerdo con Junts solo hay dos puntos para el PSOE y el resto son concesiones al independentismo y a gente que ha cometido delitos.

—En el último Pleno de Vila, usted, que habitualmente habla en español, leyó una moción en catalán, haciéndole un guiño al nacionalista Pep Tur, que siempre les recrimina que no usen la lengua de la isla, aunque hace la vista gorda con algunas concejales de su partido. ¿Por qué lo hizo?
—A ver, yo soy mallorquín y hablo y escribo catalán perfectamente. Es mi segunda lengua y esa es la riqueza que tenemos. Tenemos dos lenguas y podemos elegir. Lo de Pep Tur fue una polémica un poco artificial. Él no me recriminó nada, es la verdad. Él es muy coherente y vigila siempre por la utilización del catalán. A mí me parece muy bien. Igual que yo puedo expresarme en una lengua, él puede querer fomentar otra y a mí me parece respetable. Simplemente le hice una broma. Él me felicitó por esa intervención y eso que fue una moción en catalán. La próxima vez la traduciré para evitaros el espectáculo a todos (risas). Es mi idioma pero me cuesta más expresarme en él.

—Su relación con Rafa Ruiz tampoco parece que sea muy fluida en los plenos.
—Creo que lo que le pasa a Ruiz es que no asume aún que está en la oposición. Le cuesta asimilar que ahora él hace oposición y que nosotros gobernamos. Le cuesta aguantar un Pleno desde su silla de la oposición. La verdad es que intenta buscarnos pero no nos encuentra.

—Usted es ahora el responsable municipal de los fondos europeos. ¿Qué ha pasado con los fondos Next Generation?
—Se solicitaron en la pasada legislatura unas ayudas para las que te pedían unos tiempos de ejecución y licitación que se incumplieron de forma reiterada. Y estos incumplimientos hacían que no fuésemos merecedores de la ayuda. El Ayuntamiento hizo un replanteamiento y ha decidido asumir con fondos propios parte del proyecto. En cuanto al Eivibicing, nosotros ya habíamos denunciando que ese proyecto estaba sobredimensionado. El coste era muy superior al del Ayuntamiento de Palma. Con la mitad de bicicletas que Palma y una tercera parte de estaciones, era más caro. Y pensamos que financiarlo con fondos propios era un error. Nos hemos hecho cargo de los carriles bici y estamos trabajando para que en esta temporada haya un servicio de bicicleta público acorde con lo que nos podemos permitir. Estará financiado por el Ayuntamiento y ahora estamos estudiando las posibilidades.

—¿Ha habido problemas con otros fondos europeos?
—Por un lado está la ejecución de las líneas EDUSI y, por otro, los Next Generation. Para estos últimos se pidieron subvenciones haciendo los proyectos deprisa y corriendo. Y ahora hemos visto que no eran ejecutables o por tiempo o por formas. Han pedido subvenciones que no se pueden ejecutar. Se preocuparon mucho de pedirlas pero no de cómo ejecutarlas. Y otro problema es que el anterior equipo de Gobierno nos dejó solo dos folios con la información sobre los proyectos europeos. Y eso que eran tres cargos políticos, un concejal y una empresa los que gestionaban esto. Pero lo resumieron todo en dos folios.

—Había otros proyectos que debían ejecutar otras administraciones como uno relacionado con el Patrimonio de la Humanidad, y otro para educación infantil. ¿En qué situación están?
—Hemos pedido prórrogas. Por ejemplo, para la escoleta de can Cantó tenían de plazo de ejecución este próximo 31 de diciembre y, cuando llegamos al Ayuntamiento, ni siquiera habían empezado en las obras. Y hay que pensar que se está haciendo en un terreno donde hay restos arqueológicos. Eso significa que necesitas más tiempo para llevarlo a cabo. Se pedían los fondos sin ninguna previsión de ejecución.

—La movilidad es uno de los principales caballos de batalla de Vila. ¿Qué encontró cuando llegó a la concejalía?
—Encontré un sector del taxi que quería ser escuchado. Encontré un plan de movilidad inexistente y con trabas a esa movilidad. Por ejemplo, si queremos desincentivar el uso del coche, tendremos que incentivar el uso del transporte público. Y hemos hecho cosas tan sencillas como habilitar paradas de autobús para los usuarios. Las líneas L3 y L13, que cubren Santa Eulària y Sant Antoni, tenían vetadas las paradas dentro de la ciudad. Los usuarios estaban obligados a ir al Cetis. Hemos habilitado paradas dentro de la ciudad para que los usuarios no tengan que recorrer casi 1 kilómetro y medio. Se estaba desincentivando el uso del transporte público y a la gente de otros pueblos los dejabas en la frontera para que se busquen la vida. Nosotros queremos que vengan porque la gente de otros pueblos vuelve a ser bienvenida a Ibiza. Para esto es necesario el transporte público. Lo mismo sucede con los aparcamientos disuasorios. Lo primero que hicimos con esto fue habilitar la línea 50B, que ya se ha convertido en permanente. Con esta línea los usuarios pueden aparcar fuera del municipio y llegar en autobús al centro de Ibiza.

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—Los cruceros generaban también muchos problemas con el transporte público. ¿Qué han hecho para solucionarlo?
—Gestionarlo. Yo ya sé hoy qué cruceros van a venir en marzo de 2024 y qué capacidad tienen. Cuando empezamos a gobernar, lo primero que hicimos fue prever todas las llegadas, hacer un listado y remitírselo a las empresas de transporte, tanto público como privado. Incluso al City Boat, que mueve cada día a 2.500 personas y eso desatasca mucho el transporte público. Este año no se ha notado saturación con los cruceristas porque ha habido previsión. Los taxistas, por ejemplo, sabían a qué hora llegaban y se iban los cruceros y así podían organizarse. Al Consell le pedimos también que lo tuviera en cuenta. Y a la Autoridad Portuaria, que tiene una línea que conecta con el puerto. Se pidieron más frecuencias y hemos evitado problemas. La prueba de fuego fue hace apenas dos semanas, que se juntaron más de 10.000 cruceristas y no hubo ninguna incidencia porque hubo previsión. Es muy sencillo. Hay que prever lo que va a venir y actuar.

—El sector del taxi ha estado mucho tiempo en pie de guerra contra el Ayuntamiento. ¿Cuál es la situación hoy?
—Hay que dar servicio público y de la mejor calidad posible. Aquí se estaba echado un pulso al sector del taxi cuando lo que hay que hacer es dialogar con ellos. Nosotros nos reunimos con todas las asociaciones cada vez que tomamos una decisión para ver si se puede mejorar. Tenemos la autoridad que nos da ser la concejalía pero, sin su opinión, es difícil actuar. Ellos querían ser escuchados y poder dar su opinión y eso es lo que estamos haciendo. Hasta ahora, hay sintonía.

—La falta de aparcamientos es otro de los graves problemas que tiene la ciudad. ¿Qué medidas se están tomando?
—Hay que tener claro que el coche va a seguir existiendo, no va a desaparecer. Nosotros en nuestro programa de gobierno tenemos planteado hacer plazas de aparcamiento y, a partir de eso, hacer una movilidad distinta. Lo primero que necesitamos es tener una concesión de autobús nueva, que ya estamos en marcha. Y luego hay que crear plazas de aparcamiento y facilitar que la gente venga de otros sitios. El transporte público hay que incentivarlo. No puedes demonizar el coche, aunque sí desincentivar su uso. Pero todos tenemos coche e, incluso, muchos de los que lo demonizaban, cogían su coche para desplazarse. Por otro lado, hay que fomentar también la movilidad personal.

—Estas soluciones de movilidad personal están siendo muy cuestionadas.
—Los patinetes son vehículos muy útiles. Pero tiene que haber un orden. En Madrid había patinetes tirados por todos los sitios y las empresas se dieron cuenta de que había que poner orden y lo han hecho. Ahora tienen áreas de estacionamiento obligatorio. El patinete es compatible con nuestra sociedad.

—¿Y los ciclistas?
—También lo son y, a partir de ahora, más. A partir de 2024 se van a conectar los carriles bici y vamos a incentivar el uso de la bici. Pero incentivarlo antes de tener los carriles es otra incongruencia de la anterior legislatura. Hay que empezar la casa por los cimientos.

—Las ciudades de los 15 minutos tienen muy mala prensa pero ahí está el objetivo. Vila encaja perfectamente en este tipo de ciudad pues todo está a más o menos ese tiempo. ¿Tiene previsto hacer algo su concejalía con esto?
—Aquí pega lo de los 15 minutos porque los ibicencos suelen decirte que llegan en 15 minutos aunque les falte una hora (risas). La verdad es que esto es una descripción de ciudad. No quiere decir que todo esté a 15 minutos sino que ha de haber una accesibilidad entre transporte público y transporte personal para poder llegar rápido y fácil a todos los sitios. Pero para eso hace falta un plan de movilidad serio y ejecutable. Ha de haber un criterio, una idea fija, un plan.

—Vila cuenta con varios cargadores eléctricos pero muchos de ellos no funcionan. ¿Cuál es la previsión de su concejalía para este ámbito?
—En esto actuamos nada más llegar. El estado de los cargadores era deplorable. Había 14 y solo funcionaban seis. Ahora en breve los que no funcionaban volverán a estar activados y en las próximas semanas vamos a implantar otros nuevos en sa Bodega y Portal Nou. Para 2024 estamos ya redactando un plan para poder llegar a 60 puntos de recarga, dando cobertura al 100% de los barrios del municipio.

—Otro de los retos de su área es el de convertir Vila en una ciudad inteligente. ¿Qué es esto?
—Es un concepto que se basa en dar el mejor servicio al ciudadano gastando menos recursos. Ahorro de energía, de agua… En Vila se hicieron algunas acciones en la pasada legislatura con vocación de ciudad inteligente. Pero la realidad es que nos convirtieron en una stupid city porque se implantaron los sistemas pero nunca se pusieron en funcionamiento. Es decir, tenemos todos los edificios con los contadores de la luz monitorizados. Sabemos cuánto gasta cada edificio, qué energía hay contratada, pero no se ha hecho nada para ahorrar en base a esa información. Y hay varias cosas así.