Un momento de la misa celebrada este martes. | Arguiñe Escandón

El valenciano Agustín Cortés Soriano fue obispo de la Diócesis de Ibiza y Formentera entre 1998 y 2004. Al cumplirse 25 años de su nombramiento, muchos fieles han participado este martes en la misa de acción de gracias oficiada por el actual prelado Vicente Ribas en la parroquia de Santa Cruz.

Aunque problemas de salud impidieron a Cortés desplazarse a la isla para participar en la conmemoración, este obispo declaró a Periódico de Ibiza y Formentera que la efeméride «es también un motivo para dar gracias a Dios al ser una historia bien rica y positiva». «Es la segunda oportunidad de encontrarme de alguna manera con los feligreses», afirmó.

Cortés recordó el «trato familiar y la cercanía» que pudo mantener con muchos de los fieles pitiusos durante su estancia en las islas. «Me dijeron que si me abrían la puerta, es algo que queda para siempre», señaló.

En este sentido, el obispo explicó que en su caso hubo dos etapas: una primera en la que guardó cierta distancia y otra segunda en la que quiso crecer «como pastor y hermano», logrando una buena comunicación con toda la comunidad eclesiástica pitiusa.

En relación a sus seis años en Ibiza y Formentera, Cortés lamentó que algunas cosas se quedaron por hacer, aunque «otras salieron facilitadas por la propia vida, como fue el trato con los sacerdotes o algunas renovaciones en determinadas instituciones para hacerlas avanzar».

Cortés manifestó que, después de su marcha, siempre que recibe alguna noticia sobre las Pitiusas, «los ojos y los oídos se abren más de manera espontánea y sin pretenderlo». Al mismo tiempo, reconoció que le hubiera gustado en los últimos años mantener un mayor contacto con el actual obispo Vicente Ribas, a quien trató durante sus años en Ibiza y Formentera.

«Siempre hablar con él es un enriquecimiento para mí. Cuando pienso en Ibiza, la situación social, los problemas de la isla o sus posibilidades, lo hago con mucho cariño», insistió.

Ordenado sacerdote en 1971, recibió la ordenación episcopal en 1998, siendo nombrado prelado de la Diócesis de Ibiza y Formentera. En septiembre de 2004, el Papa Juan Pablo II le eligió como primer obispo de la recién creada Diócesis de Sant Feliu de Llobregat, un cargo    eclesiástico que actualmente mantiene.