Nacida en Soria, su espíritu nómada le ha llevado a residir en distintas partes del mundo. Desde hace más de una década vive en Ibiza donde ha pasado de trabajar en medios de comunicación a dirigir la entidad IbizaPreservation.

—¿Qué le ha aportado haber vivido en países tan diferentes?
—Supongo que para cada persona es distinto. Mi espíritu nómada ha definido la vida que tengo ahora, cómo soy, y la persona en la que espero convertirme en el futuro. Por un lado, tiene inconvenientes haber pasado por tantos lugares, pero también muchos beneficios puesto que conoces a muchas personas y descubres numerosas formas de ser y actuar desde experiencias muy particulares y distintas como puede ser la ibicenca. El hecho de ser un poco nómada, a veces de manera decidida y otras no, hace que valore mucho los lugares en los que he estado, que me sienta de todos ellos, aunque no siempre la gente me ha considerado de esos lugares. Como en mi cabeza decido de dónde soy, cuando me preguntan, si estoy en Soria digo que soy de Albacete y si estoy allí, digo que vengo de Soria. Cuando voy ahora de vacaciones, digo que soy de Ibiza y me aseguro así que habrá tema de conservación.

—¿Cuándo llegó a la isla?
—En 2012 después de que mi marido aprobara unas oposiciones como docente de Secundaria. Él, de hecho, aprobó unos años antes de mi llegada. Por aquel entonces, me dieron una beca de la Agencia Española de Cooperación en Costa Rica puesto que hacía mi tesis doctoral. Tuvimos un tiempo de distancia y, cuando acabé la beca y terminé la tesis, sin saber si sería para mucho o poco tiempo, vine a Ibiza y entre una cosa y otra llevamos ya 11 o 12 años aquí.

—Ya no puede estar más arraigada, ¿cómo se presenta el futuro?
—Al final Ibiza es el lugar del mundo en el que más tiempo he pasado de manera continua. Puedo decir que soy más ibicenca que de ningún otro sitio. El futuro se presenta incierto porque, a excepción de las personas que tienen familia o propiedades en la isla, aquellos que hemos venido como yo siempre sentimos cierta incertidumbre y no sabemos hasta cuándo la isla y el sistema van a permitirnos continuar. Ahora mismo, en la fundación en la que trabajo hemos tenido alguna baja por el tema de la vivienda, que es una constante entre todos los que estamos aquí y no contamos con un arraigo familiar. Dependemos al final de poder contar con un espacio en el que vivir a largo plazo. Sentimos esa incertidumbre desde hace 12 años y no sé cuánto nos quedará. Es un tema constante. Vas a un bar y en una de las mesas oyes hablar de lo que le ha pasado a alguien con el alquiler. Es algo que está ahí y que al final perjudica a todos los sectores, también los públicos. Además, afecta a quienes trabajamos en el sector privado que tenemos el mismo derecho a vivir dignamente y a no estar en condiciones que serían inaceptables en otro sitio.

— Usted llegó a la isla y se dedicó a la radio.
—Sí, el primer contacto laboral fue en la radio y estuve siete años en Onda Cero. Primero, en la parte de noticias y después dirigiendo el programa matinal. Fue una experiencia fantástica que me ha permitido conocer a mucha gente y conocer la realidad ibicenca. Fue algo inmersivo 100%, al principio desde la perspectiva de no saber bien y después pudiendo incluso generar opiniones propias y dónde posicionarme en determinados temas. La radio es un espacio muy bonito para crecer.

—La radio permite ser notario de la realidad, sin ir a un lado u otro, ni a la izquierda ni a la derecha.
—Es un temazo esto. Me gusta mucho una tendencia actual que es más honesta que lo que nos enseñaron en la Facultad de Periodismo, que era la búsqueda de una objetividad que no existe porque somos personas y tenemos ideas y opiniones. No hay que intentar engañar a las audiencias diciendo que lo que se presenta es desde un punto de vista objetivo porque además eso ya no se lo cree nadie. Las cadenas y periódicos tienen una línea editorial y los periodistas somos personas y tenemos nuestras ideas. También ahora desde otros trabajos intento llevar a cabo un periodismo situado, en mi caso, en temas como la perspectiva de la igualdad de género o enfocado en la justicia social. Desde ahí, se puede hacer de la forma más honesta posible sin intentar engañar a nadie.

—Justamente es la radio quien le abre las puertas de su puesto actual.
—Sí. Tuve mucha suerte porque se me ofreció la posibilidad de entrar como coordinadora de uno de los programas de la Fundación que era el Observatorio de Sostenibilidad porque yo también contaba con esta formación y me gustó mucho porque soy una picaflor y me gusta centrarme en cosas, pero no aburrirme. Me apeteció entrar en el Observatorio desde un punto de vista de investigación académica y hacer un poco lo que hacía por la mañana, que era desentrañar datos en forma de indicadores para saber el estado real de la isla. Luego tuve la ocasión de sustituir a mi predecesora en la dirección de IbizaPreservation que era Sandra Benbeniste, una persona excepcional que hizo un trabajo impresionante y que me dejó el testigo y el listón muy alto para, por lo menos, estar a la altura de su trabajo.

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—Parece que se nos ha olvidado, pero hicieron un gran trabajo en unos años en los que existía la amenaza de las prospecciones petrolíferas.
—Podemos decir que fue una victoria social y medioambiental. No siempre tenemos la ocasión de decir que se luchó por algo y se consiguió y esto es un ejemplo. Además, en parte, se consiguió gracias al espíritu de Sandra, que es el mismo que sigo intentando trasladar y que es el de la unión de todos los sectores de la isla. Creo que fue la clave para la victoria, unir a todo el sector civil, empresarial o a las administraciones. Todos tuvimos un objetivo claro que nos unía, que era frenar las prospecciones. Esa fuerza en bloque es la que garantizó eso y hay que ponerlo en valor.

—No sé si la lucha por proteger la posidonia correrá la misma suerte. Precisamente, esta semana han publicado un estudio que revela que el 50% de la pradera de Talamanca está muerta.
—Es un estudio que realiza el GEN-Gob desde hace años, no solamente en Talamanca sino en otras zonas de la isla. Hemos dado los datos de Talamanca que, podríamos decir, son los más escalofriantes y ponen de manifiesto que más de la mitad de la pradera en esta bahía está muerta. Desde nuestra entidad damos apoyo al GEN a nivel financiero para que pueda seguir con datos empíricos y conocer el estado real de la pradera, sabiendo lo que ya es conocido por todos: que la posidonia es el pulmón del Mediterráneo y que debemos protegerla porque absorbe 15 veces más CO2 que la selva amazónica y su valor está clarísimo. Pese a ello, sigue sufriendo unos impactos de los que no se puede defender sola y para ello debemos estar los demás y que exista una unión entre todos los sectores para garantizar que el modelo económico en este caso no se nos come. Hay un hecho muy conocido por todos que son los impactos que sufre la posidonia como los fondeos ilegales, estas anclas o muertos que se tiran sin ningún control y que están acabando mayoritariamente con la pradera. También está el cambio climático y ahí tenemos mucho margen de maniobra y existen cosas que son difícilmente evitables. Todo el tiempo que estuvo llegando la salmuera de la desalinizadora provocó unos estragos terribles. Tenemos ubicados cuáles son los impactos y en el estudio del GEN se apunta en sus conclusiones hacia unas recomendaciones fácilmente solventables, pero necesitamos que quien se tiene que poner manos a la obra, se ponga. Como instituciones ambientales podemos animar y decir lo que hay y lo que habría que hacer. Además, debemos saber que no siempre hay que poner la excusa económica para olvidar o dejar de lado temas ambientales tan importantes porque, sin posidonia, no va a haber ningún negocio, ninguna viabilidad económica de ningún tipo.

—Seguramente, será necesaria más mano dura porque las normas están claras.
—Sí. Falta también coordinación entre las administraciones que tienen competencias. Se hizo un estudio que tardó mucho en llevarse a cabo, unos cuatro años, y finalmente se tumbó y era para hacer un campo de boyas de bajo impacto. De hecho, el origen de este estudio del GEN era en un primer año ver cuál era el estado para después realizar un seguimiento y comprobar cómo había mejorado la zona de Talamanca. Como aquello no se llevó a cabo, estamos haciendo un seguimiento de la degradación de la pradera en vez de ver cómo se está recuperando. Desde el Ayuntamiento de Ibiza nos han confirmado su voluntad de retomar este estudio y volver a impulsar el proyecto del campo de boyas, tal vez desde otra institución que en este caso sería Puertos, que es quien finalmente tiene la competencia para poder ponerlo en marcha. También ahí entra Puertos del Estado. Muchas veces nos encontramos con que o no están bien definidas las competencias o precisamente, porque están demasiado bien definidas, existe una inacción, así que veremos qué pasa.

—La bióloga Antònia Maria Cirer comentaba que la batalla para salvar la lagartija está perdida.
—No estoy de acuerdo. No hay ningún dato fehaciente que nos diga esto y, mientras este dato no exista, nosotros -y hablo como IbizaPreservation y en nombre de los voluntarios o del Institut d´Estudis Eivissencs- damos por hecho que esta batalla no está perdida. No quiero desacreditar a Cirer, que es toda una eminencia en la materia. También SOS Sargantanes está en la misma línea de intentar, por lo menos, controlar lo máximo posible este asunto. Es verdad que hay que empezar a pensar en reservorios naturales de lagartijas, pero no necesariamente deben ser en lugares externos. Nosotros en breve vamos a poner en marcha un proyecto de fototrampeo en Sa Conillera para conocer exactamente cuál es la situación de las lagartijas allí. Sabemos de islotes donde han llegado ya las serpientes y aquellos donde no las hay, deberían ser refugios naturales. Se puede intentar que haya zonas en la isla donde se mantenga la población de lagartijas. Nuestros esfuerzos se van a poner ahí hasta que la evidencia empírica demuestre lo contrario.

—¿Algún científico le ha explicado cómo llega una serpiente a un islote?
—Es muy surrealista. Se han dado casos en los que incluso pueden haber llegado nadando a sitios muy cercanos. Hay que verlo y estudiarlo y, antes de hacer hipótesis, hay que comprobar dónde han llegado o qué tipo de serpientes lo han hecho y, también, si aún quedan lagartijas en determinados islotes. En Formentera, por ejemplo, estamos llevando a cabo un proceso que ha sido muy bien recibido para crear un bioprotocolo de seguridad en el puerto de la Savina y evitar la translocación accidental de serpientes entre Ibiza y Formentera puesto que allí, afortunadamente, la situación todavía no es tan grave y sí puede ser controlable. Vamos a ser optimistas y vamos a poner toda la carne en el asador hasta que se pueda. Hay que poner en valor el gran trabajo que están haciendo en este sentido desde el COFIB (Consorcio para la Recuperación de la Fauna de les Illes Balears) a quien hay que agradecer todos los esfuerzos que hacen a nivel laboral y, me consta, también personal. El tema de las lagartijas es uno de los principales en los que deberíamos centrarnos cuando pensamos en cosas urgentes a nivel ambiental.

—¿Qué otros frentes abiertos tiene IbizaPreservation?
—Tenemos muchos y uno de ellos es el tema de los plásticos. Desde Plastic Free Ibiza y Formentera, que es una alianza formada por otras 12 entidades aparte de IbizaPreservation, se busca luchar contra la contaminación por plásticos, especialmente de un solo uso, y estamos impulsando la certificación Plastic Free en Baleares. Regalamos 50 certificaciones de este tipo a empresas del sector Horeca, pero nos estamos encontrando con que, pese a que regalamos la certificación, no podemos hacerlo porque nos topamos con empresas que, de una forma u otra, incumplen la normativa balear de residuos y muchas veces sin que los propios empresarios sepan que están incumpliendo la ley. Los azucarillos mismos no cumplen con ella. Hay un incumplimiento generalizado de la norma y una gran falta de inspecciones que provocan que exista una ley pionera en España y en Europa, pero que está siendo un brindis al sol porque no se está poniendo en marcha. Por otra parte, en Ibiza tenemos un gran problema de residuos. El Observatorio de Sostenibilidad ha demostrado que en los últimos años se ha mejorado mucho, pero los datos siguen mostrando que estamos por debajo de los objetivos fijados y de lo que Europa nos exige a nivel, ya no tanto de reciclaje, sino a la hora de dejar de producir residuos. Además, tenemos el problema de la corta vida del vertedero de Ca na Putxa y de este agujero en el que se vierten nuestros residuos al que le pueden quedar cinco o seis años. Es urgente trabajar en la reducción de residuos y ahí hay mucho trabajo por hacer a nivel empresarial, hotelero y personal.

—Pero el consumidor lo tiene complicado por más voluntad que ponga porque la industria no ayuda.
—Es cierto. Un ejemplo es el tema de las toallitas. Cada vez que hemos ido a hacer una limpieza de playa, nos encontramos toallitas que han ido de nuestros baños a la playa. ¿Qué se necesita para que se prohíban?. Podemos concienciar a la gente de que el mar comienza en nuestro lavabo, pero si no hubiera esas toallitas a la hora de comprar, nos evitaríamos ese problema. ¿Qué debe pasar para que se regule un tema así?. La prueba la tenemos en cualquier playa.

—Háblenos también de la asociación Mal del Cap.
—Es una asociación cultural que tengo el gusto de copresidir desde hace 11 años y es como un ‘hobby’ que nos mueve a muchos. Nos encanta y animo a la gente a que conozca la asociación y nos siga en redes. Hacemos todos los años un festival que empezó siendo de cortos y que se transformó en uno de nuevas narrativas, que es uno de los más vanguardistas del Estado, y hacemos muchas actividades, charlas o jornadas ‘desobedientes’ para traer opciones de pensamiento crítico que son difícilmente escuchables. No sabemos si el próximo aniversario será el último del festival porque la energía no es la misma, pero la asociación seguirá y continuaremos con actividades puntuales.