Eduardo Escudero, coordinador de trasplantes de Can Misses, en la sala de entrevistas a los familiares. | ARGUI ESCANDON

El coordinador médico Eduardo Escudero señala que lo más complicado de su trabajo es abordar las entrevistas familiares con padres que acaban de perder un hijo por un accidente de coche o cualquier incidente fortuito. «No es lo mismo solicitar la donación a los familiares de una persona de 82 años, porque entiendes que estas personas han asumido que podía fallecer por su edad, que hablar con la familia de un joven de 25 años que ha fallecido atropellado en Ibiza por culpa de un conductor ebrio que se ha saltado un paso de cebra», lamenta este médico justo en la sala donde realiza estas entrevistas familiares.

«Muchas veces he salido de aquí con un nudo en la garganta tras hablar con los padres de uno de estos jóvenes. Son historias que nos afectan mucho a todos, no sólo al equipo de trasplantes», apunta. En este sentido, este profesional recuerda la historia de un turista irlandés que falleció por un accidente de coche y su familia tuvo que trasladarse a la isla. «Hay casos muy duros. Afortunadamente estas familias siempre están arropadas por todos los profesionales del hospital», relata, insistiendo en que, aunque ellos tienen que asumir la parte difícil de la cadena de eslabones, son conscientes de la importancia de su trabajo en el desarrollo del proceso.

Diferentes estados

En esta misma línea, destaca que los familiares pasan por diferentes estados desde que reciben la noticia de la posible donación de órganos hasta que se decantan por el ‘sí’. «Cuando fallece un familiar es un momento muy duro y tienen que pasar un duelo. Muchas veces no entienden por qué se ha muerto, ni entienden qué es la muerte encefálica cuando les explicamos que, aunque no haya un adecuado riego de sangre en el cerebro, esta persona puede ser un donante potencial», señala, explicando en qué consiste que una persona esté en este estado: «Esto sucede cuando el cerebro deja de funcionar. Es el cese irreversible de todas las funciones de las estructuras intracraneales, pero se pueden mantener los sistemas cardiovascular y respiratorio por medio de procedimientos artificiales».

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Al respecto, señala que en Can Misses cuentan con el programa de donación de Muerte Encefálica para mantener, gracias a las máquinas, el funcionamiento de los órganos del paciente. Escudero es consciente de que para los familiares es difícil de entender esta petición y más cuando acaban de perder a un ser querido. «Tras el shock, especialmente en muertes que ocurren en menos de 24 horas, llega la fase de aceptación del fallecimiento. Si la persona que llega está en situación crítica la familia lo va entendiendo más, pero si esto no es así, la petición de la donación es impactante para las familias; hay algunas que lo tienen claro, pero otras no», destaca. En este sentido, afirma que en todo este proceso hay tres fases muy importantes que son clave para el trasplante porque todo se concentra en tres momentos.

Indica que el más importante de todos es detectar los órganos viables, el segundo es que el donante o la familia acepte la donación y el tercer momento ocurre en el quirófano, que es cuando realizan la cirugía y observan que estos órganos coinciden con la valoración que se ha hecho previamente. «Luego, por supuesto, está la implantación de los órganos, que es la fase que no vemos», explica, haciendo hincapié en que, aunque no sean testigos del trasplante, son conocedores de toda la información relevante de cada caso concreto: desde qué órganos han sido trasladados hasta la ciudad destino, pasando por el perfil del receptor.

«Todo es anónimo»

«Todo es anónimo. Como mucho la familia del donante puede saber en qué ciudad se ha realizado la implantación de los órganos. Muchas familias quieren conocer esta información, pero sobre todo quieren saber qué órganos se han podido donar», informa, mientras explicaba que este equipo sanitario es conocedor de todos los datos del trasplante 48 horas después de la extracción en Can Misses. Asimismo, este facultativo destaca que la media de donaciones por persona en la isla es de tres órganos, siendo los más comunes los trasplantes de hígado, riñones, fragmentos óseos y córneas. Además, subraya que el perfil del donante medio es un hombre entre 60 y 65 años, que ha fallecido por una hemorragia intracerebral espontánea.

«Hay más hombres que mujeres porque estas hemorragias y las enfermedades cardiovasculares son más frecuentes en los varones», explica el coordinador de trasplantes, resaltando que los porcentajes se sitúan en un 57 %, que corresponde al donante masculino, y un 43 %, que contempla las extracciones femeninas.