Daniel Méndez tiene un propósito entre ceja y ceja: terminar con la contaminación de los mares de Eivissa. Se trata de un objetivo ambicioso, pero posible, que comenzó en febrero de 2011 y que pasa por hacer que su goleta Alania sea ecológica al cien por cien.
«Después de haber invertido durante todo el año pasado 60.000 euros en el proyecto Green Gullet, durante este invierno y gracias a la colaboración de Pinturas International nos hemos convertido en el laboratorio de investigación y desarrollo de las nuevas pinturas ecológicas que se están probando en el Mediterráneo con base agua», explica el dueño de la Alania.

Esto se ha sumado a las acciones llevadas a cabo durante 2011. «Entre otras muchas cosas ya logramos sustituir uno de los generadores de gasóil por placas solares fotovoltaicas en la cubierta superior unidas a un banco de baterías en la sala de maquinas, instalar luces LED de bajo consumo, sistemas de decantación en todas las bombas de achique, y eliminar los aires acondicionados».

Con todo ello, según Méndez, se ha conseguido, por ejemplo, «reducir las emisiones de CO2 en un 40 por ciento y de gasóil en un 15 por ciento, y que, mediante filtros especiales, el agua que salga de nuestra sentina sea más limpia que la que nos entra de la bahía de Sant Antoni».

Gracias a todo esto, la goleta Alania lleva mes y medio sin encender el generador. «Sabemos que a bordo de un barco la electricidad es gasóil, pero nosotros, gracias al alternador del motor y las placas solares, podemos poner en marcha el lavavajillas, el tostador o el calentador de forma ordenada, ayudando al medio ambiente y logrando un ahorro de unos 7.000 euros».

Labor de concienciación
Además, la conciencia ecológica de Daniel Méndez y su equipo comienza con los turistas que contratan sus servicios. «Somos la única embarcación en la que se hace una sesión informativa para que nuestros usuarios no tiren colillas al mar y sepan de la importancia de reciclar a bordo».
Sin embargo, el armador de la goleta Alania es pesimista en este sentido: «Eivissa es una Isla a la que los turistas vienen a disfrutar sin importarles nada más y, por eso, muchas embarcaciones se han convertido en discomóviles que en lugar de visitar lugares como Cala Sardina o ses Margalides tranquilamente sólo ofrecen alcohol y música a todo volumen».