IBIZA INCENDIO UME

El capitán Alejandro Jiménez Cuesta explica a un grupo de periodistas el trabajo que sus hombres están llevando a cabo en la ladera de uno de los montes donde las llamas ya han hecho su presencia. Son cerca de las dos de la tarde y sobre su cabeza no paran de pasar helicópteros y aviones. Una dotación, provista de una autobomba, echa espuma en el depósito de combustible de un casa de residentes alemanes. «Estamos realizando tareas de defensa en una zona sensible. Se trata de prevenir que el fuego prenda en este lugar», comenta Cuesta, uno de los mandos de la Unidad Militar de Emergencias movilizado estos días en el Valle de Morna. Otros once vehículos (dos secciones) como éste llevan a cabo labores similares en un perímetro que en los mapas con los que las unidades contraincendios se orientan figura señalado como sector III, en un frente de unos cuatro kilómetros.

El cabo de Baro ayuda a sus compañeros a extender las mangueras mientras los habitantes de la casa se apresuran a salir a recibirlos con una bandeja de bocadillos. Los soldados ni los tocan, dan las gracias y siguen con su tarea. «Yo era hippy en los 70, pero la casa es nueva», señala una de las habitantes de la vivienda. «Hemos pasado una noche terrible. El fuego estuvo a dos metros del depósito», afirma esta mujer.

Concluida la tarea en el depósito sigue la faena. No hay descanso. Varios hombres suben un repecho quemado y vuelven a extender las mangueras. Hay que enfriar el terreno. «De esta casa vamos ahora a otra. Si vemos algún foco, también lo atacamos. Si es más grave, podemos servir de referencia a nuestros medios aéreos informándoles de lo que ocurre aquí», resume Cuesta.

El capitán Cuesta es un antiguo miembros de la Bripac, la Brigada Paracaidista y, como todos los miembros del Tercer Batallón de la UME, con base en la localidad valenciana de Bétera, ha dejado de cumplir su servicio en Lorca, donde intervinieron nada más ocurrir el terremoto en esta ciudad murciana, para venir a Eivissa. Otro contingente, perteneciente al Cuarto Batallón, con emplazamiento en Zaragoza, se ha unido hoy a los efectivos militares que combaten las llamas entre Sant Joan y Santa Eulària. En total, son 301 hombres y mujeres.

El capitán Manuel Rivero dirige lo que ocurre directamente en la cola del incendio. El lugar de éste está en el Puesto de Mando Avanzado (PMA) que hay instalado a pocos metros de Can Coroné. Sin embargo, es difícil hablar con él allí. Corre de jeep en jeep para cubrir con las tareas de mando que le surgen. «La UME ha movilizado 60 vehículos, entre ellos 18 autobombas y tres nodrizas. De nuestro mando directo dependen seis hidroaviones y dos helicópteros, uno contraincendios y otro destinado a reconocimiento», señala Rivera.

Las órdenes directas de la UME en este sector se imparten desde otro campamento ubicado a menos de un kilómetro del PMA, en el solar de Motos San Lorenzo. El capitán González está allí pendiente de las instrucciones que recibe. De allí partieron al mediodía cinco camiones de bomberos y un número idéntico de jeeps. La escena se irá repitiendo a lo largo del día. Nadie piensa en descansar.