La imagen de Benirràs sigue siendo desoladora, aunque han empezado a brotar las plantas | Marco Torres

El gris de la ceniza dio paso al negro de la madera muerta y, después, al marrón de la tierra desnuda. Nueve meses después del espectacular incendió que asoló buena parte de Benirràs, el verde empieza a ser un color más en el paisaje de esta zona de Sant Joan.
Los primeros matojos de monte bajo han empezado a brotar y la naturaleza, ayudada por la mano del hombre, está comenzando a devolver algo de alegría a una zona emblemática de la Isla.
Aunque el conseller balear en funciones de Medi Ambient, Gabriel Vicens, iniciaba este sábado las consultas con los técnicos para empezar a plantear cómo deben ser las tareas de reforestación y recuperación de Morna y el resto de zonas montañosas afectadas, el caso de Benirràs puede servir de indicador de qué y cómo se debe hacer para que las colinas del norte de la Isla retomen su esplendor.
No será un proceso rápido (harán falta años para que los primeros árboles alcancen un tamaño que haga olvidar lo ocurrido), ni fácil (la superficie calcinada es de 1.230 hectáreas e incluye zonas de muy difícil acceso a pie o en coche), ni barato (ya se empieza a hablar de decenas de millones de euros).
Lo primero será limpiar las faldas y cimas de las colinas de árboles medio quemados que puedan suponer un riesgo (pueden provocar plagas que ataquen a los retoños que se planten) o un estorbo para las brigadas. Posiblemente muchos de ellos se usen para crear fajinas (árboles muertos colocados perpendicularmente a las pendientes para evitar que las lluvias eliminen sustrato y dejen la roca pelada), como ya se ha hecho en Benirràs.
Luego, llegará el turno de las brigadas de leñadores que, armados con motosierras, se encargarán de acabar de sanear las montañas. A partir de ahí, si la propia naturaleza muestra el suficiente vigor como para restañar su herida, la recuperación natural será el objetivo. Pero en un área tan extensa es fácil que haya zonas en que haya que optar por la dispersión de semillas o la siembra de plantas de diferentes especies para poder permitir que el verde vuelva a ser el color del paisaje del norte de la Isla.