La abogada Ascensión Joaniquet y el párroco Josep Lluís Mollà.

Ha sido un calvario de casi un año, pero ayer, finalmente, terminó la pesadilla para el sacerdote Josep Lluís Mollà, párroco de Sant Josep y Es Cubells y director del colegio concertado de Can Bonet de Sant Antoni. Junto con su abogada, Ascensión Joaniquet, citó a los medios de comunicación y compareció por la tarde. «A mí se me ha hecho un daño irreparable; aunque la justicia me haya amparado, algunos medios me han lapidado antes del pronunciamiento de los jueces», dijo el religioso.
«En su día la noticia de esta denuncia tuvo mucha repercusión mediática, la televisión, El País, La Vanguardia, y ahora, por fin, se han aclarado las cosas y se ha dictado un auto de sobreseimiento y por eso os hemos citado, para dejar limpio el nombre de Josep Lluís no sólo como persona, sino como miembro de la Iglesia», explicó la letrada. La juez del Juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa, María Risueño Cortés, ha dictado el archivo de la causa que hace un año se abrió contra el sacerdote por presuntos abusos sexuales, una causa que derivó de las acusaciones que, en un principio, vertieron ocho menores de entre 14 y 17 años de edad, todos ellos alumnos de Josep Lluís Mollà. Poco a poco, los menores se fueron desdiciendo hasta que, finalmente, sólo quedó uno que se reafirmó en la denuncia.

Sin recurso en la práctica
Por su parte, el fiscal Mario López también pidió el archivo de la causa. Contra el auto de la juez cabe recurso, pero en la práctica el archivo de la causa es definitivo, ya que no existe acusación particular y, lógicamente, la defensa del párroco no tiene intención de recurrir.
La letrada también dijo que en el auto la juez ordena que se levanten las medidas cautelares que se dictaron contra Mollà, por lo que queda anulada la orden de alejamiento de los menores y del colegio del que es director.
«El lunes celebraré Sant Josep y el martes, según lo que digan los especialistas que me están tratando -ya que el sacerdorte se encuentra en tratamiento psicológico- iré a ver a mis compañeros [al colegio de Can Bonet]», dijo Mollà. Acerca de cuál cree él que fue la razón que empujó a los menores a interponer una denuncia falsa por abusos sexuales, respondió: «Aún estoy esperando el porqué». Sobre los motivos se dijo que podría tratarse de una venganza de los menores por un castigo del cura o incluso de una simple broma bravucona o tomadura de pelo. La abogada calificó el caso de «muy desagradable» y explicó que finalmente tanto el fiscal como la juez, a los que agradeció que hayan trabajado con «celeridad», aperciaron numerosas contradicciones en las declaraciones de los menores de edad, que acusaron al cura de realizarles tocamientos. Mollà contó en todo momento con el apoyo de los profesores del centro y del resto de sus alumnos y del Obispado, que emperndió una investigación preliminar.

«El daño moral causado también afecta a la institución a la que pertenezco»
Aquí se reproduce el texto íntegro que el religioso leyó ayer ante los medios de comunicación. «Conocido el auto de archivo de mi causa por el juzgado de instrucción número 1, tengo que decir que se me ha causado un mal moral irreparable aunque la justicia me haya amparado y aclarado que no he cometido ningún delito, ni acción punible o censurable desde el punto de vista legal, moral o ético. Y es debido entre otras cosas a que algunos medios de comunicación me han lapidado antes del pronunciamiento de los jueces. Apelo a estos mismos medios a que el mismo espacio, tiempo y formato que le dedicaron a difundir una noticia falsa, ahora lo den a la verdad pronunciada por los tribunales en el mismo espacio y tiempo. Porque el daño moral causado también afecta a la institución a la que pertenezco. Quiero agradecer públicamente el apoyo y afecto de mi familia, amigos, claustro de profesores, personal no docente, APIMA, feligreses de Sant Josep y Es Cubells y de todas las personas que me han hecho llegar su apoyo y afecto en este tiempo tan duro y lacerante. Y también a mi abogada Ascensión Joaniquet que con tanta profesionalidad ha llevado mi caso. Aunque podría emprender acciones legales contra el denunciante, mi corazón de sacerdote me lleva al perdón y no actuaré en su contra. Ahora me viene un tiempo para curar mis heridas y poder volver a retomar mi vida de servicio a los demás, aún sabiendo que tendré siempre estos estigmas».