La almazara del municipio de Sant Joan acogió una jornada para dar a conocer la producción con maquinaria vanguardista y ofrecer a los asistentes una cata de sus aceites de esta temporada. | Marcelo Sastre

El aroma a viejo olivo y el sol radiante de ‘veroño' impregnaron la mañana del sábado 11 de noviembre en la que una treintena de ‘feligreses' se entregaron al Dios Aceite en el trull de Sant Joan. No faltaron los turistas anonadados, los vecinos curiosos y los gerifaltes con la luz encendida de las redes sociales para decir: «¡Yo estuve allí!». La nota de interés la puso la cata del primer aceite de la temporada. Era hora de probarlo y disfrutar del corto pero intenso viaje de su proceso vanguardista. El tradicional donde un burro aplasta la oliva con un ruló ya es cosa de pasado, aunque son pocos los que sacan rédito a lo clásico. El aceite tiene que ser una atracción más en la isla de Ibiza, poco dado a vender sus líquidos grasos.

A la entrada de la almazara del municipio de Sant Joan nos recibe el ensordecedor ruido que caracteriza a la maquinaria de producción del aceite y la finura de la cuidada y pulcra aceituna. También dan la bienvenida una veintena de sacos amontonados con aceitunas aprensadas para gusto de los usuarios. Mariano Tur, presidente de la Asociación de la Defensa Vegetal y Sanitaria del Olivar de Ibiza, hizo de maestro de ceremonias a los asistentes, que no dejaron escapar un solo detalle con sus móviles. Más de uno puso los ojos antes de hora hacia la mesa de enfrente aglomerada de pan pagès, aceite de la casa, coca, vino y varias botellas de aquarius, un producto que se coló entre los manjares con denominación de origen. Acto seguido, los presentes fueron accediendo a la zona de máquinas del «maestro del trull», Agustín Jiménez, y su «ayudante» Antonio Roig. Además, el acceso también estaba presidido por una elaborada maqueta de un trull pagès tradicional cedida por Vicent Agustí Ribas con la ayuda de un alumno del Colegio Nuestra Señora de la Consolación de Ibiza. Esa representación era la única muestra tradicional que rondaba por la almazara de Sant Joan. La maquinaria se apoderó de lo rudimentario.

Entre los presentes había quienes se apresuraron por echarse a la boca un trozo de pan con el nuevo aceite de la temporada, coca de pimientos y un placentero vino pagès; otros optaron por fotografiar cada detalle del lugar; y, además, quienes se arrepintieron de no haber tenido la ocasión de conocer este sitio antes de hora. Fue el caso de la pareja de turistas germanos Rosalinda Runft y Dieter Runft, quienes comentaron que se hicieron eco de este acto tras «leerlo en un folleto informativo». «Ha sido una buena idea venir a esta almazara para ver el proceso. Nosotros conocemos el aceite comercial, pero este tiene un sabor especial. Hemos probado el aceite y está muy bueno. Queremos comprar algunas botellas, pero nos han dicho que aún no se puede», se mostraron satisfechos de su visita al trull. En la zona del puesto de degustación de productos estaba la andaluza Carmen Linares, quien no dio opción a que el pan cambiara de camino. «Uh, me encanta», aseguró mientras lanzaba cañonazos de pan por su boca. Quien se mantuvo por momentos al margen de la manduca fue el sanantoniense Jesús Rodríguez, quien se perdió entre aceitunas en el proceso que da inicio en la tolva y pasa por la cinta transportadora.

 

EL DETALLE

Año histórico para Ibiza en la cosecha de aceite de oliva

«Ibiza tiene en 2017 una cosecha histórica de aceite de oliva virgen extra, tanto en calidad como en cantidad». Así lo anunció ayer Vicent Tur, director insular de Agricultura, en la jornada de puertas abiertas al trull de Sant Joan. Según el propio Tur, «el olivar de Ibiza es un sector de futuro por lo que representa tanto para la sostenibilidad y la protección del paisaje, como por su impacto social y económico, ya que se trata de un cultivo tradicional».