Le encanta bailar salsa y bachata pero Francisco, su cita, casi no había bailado en su vida y esto no ha sumado puntos a su favor.
«Por la calle no me habría fijado en él. Es bajito y no es mi tipo de hombre, tampoco lo es que tenga el pelo pintado». Encima, «abre la boca y pierde todo el encanto». «Realmente, de él nada me gusta», dijo ella del agricultor de 49 años.
Ya en la mesa, Francisco sugirió que «nosotros podemos decir aquí una cosa y después que sea otra y quedamos bien los dos», así nadie le diría por la calle que le dieron calabazas. Maite se quedó a cuadros y defendió que ella «no iba a engañar». «Yo no tengo que quedar bien delante nadie, tengo que quedar bien conmigo misma», señaló la vecina de Montilla, Córdoba.
Al rato, Maite abandonó la mesa porque «nadie me impone decirle que sí cuando desde el principio no encontré nada para darle una segunda cita», explicó incómoda con la situación.
Francisco se quedó perplejo y atinó a decir que es una persona que «no se hunde» y menos porque una mujer no quiera cenar con él.
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