Los ojos como platos, de bicicleta, se me quedaron al ver el anuncio hecho en prensa del proyecto del carril bici que unirá Sant Antoni de Portmany con Cala Salada. Un proyecto presupuestado en 4,8 millones de euros. Y es que, según palabras del conseller de infraestructuras viarias, Mariano Juan, «la orografía de la zona encarece considerablemente los trabajos». Si el señor Juan conociera la orografía de la zona, sabría que además de encarecer el proyecto, este solo será apto para ciclistas experimentados, o para que los niños que acudan al colegio en bici tengan un carril de entreno para imitar a los últimos reyes de la montaña del Tour de Francia, Vingegaard o Pogacar.

Según lo publicado en prensa, el Consell justifica la creación de este carril bici, larga reivindicación de la comunidad educativa de los centros que hay en Can Coix, porque considera que «este camino tiene que ser especialmente útil para el alumnado de este centro, así como por sus familias, dado que significa una alternativa segura para poder ir a pie o en bicicleta a la escuela y prescindir del vehículo privado».

Me pregunto si el Consell conoce que el núcleo urbano de Sant Antoni ya dispone de una acera, rotonda mediante, que lo une con el Complejo Deportivo y educativo de Can Coix, y otra acera en la carretera EI-651, (ambas van a desembocar a la misma rotonda), pero lo que falta es un paso de peatones seguro para que los viandantes puedan cruzar la rotonda que hay en el cruce del Cami de Cas Ramons con la carretera que va hacia, entre otros, la desaladora de Sant Antoni de Portmany. La respuesta es que sí lo conoce o debiera conocerlo, ya que me constan que hace meses se les requirió formalmente para que dieran una solución y habilitaran un paso seguro para poder cruzar desde la acera que sube pasando por delante del IES Quartó de Portmany y el pabellón del mismo nombre y que enlaza con la acera que llega hasta el complejo deportivo de Can Coix y los colegios.

Entonces la alternativa para poder ir a pie a la escuela y prescindir del vehículo privado ya existe, una vez se solvente la incógnita de cruzar seguros de acera a acera.

Pero el carril bici proyectado no llega solo hasta la zona deportiva y educativa, que sería comprensible siendo una reivindicación como se dice de la comunidad educativa. Puestos a construir un carril se decide que llegue hasta Cala Salada. Es un lujo bajar serpenteando las curvas hasta la playa, ¡pero, ay amigo, a la hora de volver a ver quien es el guapo que sube las cuestas, serpenteando, sí, pero a rastras por los suelos! Pendientes que van desde un 7% a un 16% (el desnivel máximo del Tourmalet, ascensión mítica del Tour, es del 13%).

¿Alguien se ha parado a pensar quién utilizará ese carril bici? Salir de Cala Salada en bici requiere una preparación especial o disponer de una bici eléctrica, al alcance de no todos los bolsillos. Y me pregunto si los turistas van a gastarse una ingente cantidad de dinero en alquilar una e-bike solo como medio de locomoción para llegar a la playa, tenerla allí todo el día aparcada con el riesgo de ser sustraída y subir luego las cuestas como si fueran Alberto Contador.

El proyecto tiene visos de haber sido elaborado por personas poco conocedoras de la zona y de la bicicleta. Y es por ello que no deja de ser un misterio el criterio utilizado por técnicos y políticos para optar por este proyecto de carril bici, en vez de uno que una Can Bonet con Sant Antoni, Sant Antoni con la zona educativa de Sa Serra, Can Bonet con Sa Serra, o un triángulo que uniera Can Bonet-Sant Antoni-Sa Serra-Can Bonet,    e incluso uno que una la zona de Cala de Bou, también en llano, con el área educativa de Sa Serra (ya existe uno desde la avinguda Sant Agustí hasta el centro educativo de Es Vedrà). Si es por solicitudes hechas, que el Ajuntament de Sant Antoni de Portmany tire de hemeroteca y verá que hace años ya se pedía un carril bici que uniera Can Bonet con Sant Antoni.

Comparando el proyecto de Cala Salada con un hipotético proyecto que uniera núcleos urbanos consolidados entre sí y con otras comunidades educativas y saco mis propias conclusiones: un carril bici (Can Bonet-Sant Antoni-Sa Serra-Can Bonet, y si puede ser a Cala de Bou), tendría sentido y daría una solución a la carencia o servicio deficitario del transporte público, con un más amplio espectro de usuarios (niños a los colegios e institutos, desplazamientos al casco urbano, al centro médico, un largo sin fin de opciones), ya que gracias a su nula pendiente sería un carril bici apto y beneficioso para todos, niños, adultos, personas mayores.

Un carril bici hasta Cala Salada está pensado solo para ciclistas experimentados o para aquellos que, a falta de experiencia, tienen un nivel económico que les permite disponer de un velo eléctrico.

Si realmente se quiere fomentar un modelo sostenible y el fomento de la bicicleta habría que ir a lo útil, señores.