La intervención, ayer, de Alberto Núñez Feijóo en la localidad gallega de O Pino ante el presidente del PP nacional, Pablo Casado, adquiere una especial trascendencia a una semana escasa de los pésimos resultados que obtuvieron los conservadores en las elecciones generales del 28-A. El líder gallego, al que muchos sectores reclaman para que encabece la renovación de la dirección del partido, apuntó la nueva línea estratégica de cara a los comicios del 26-M; centrada en taponar la hemorragia provocada por Vox y mantener a toda costa la imagen de unidad.

Recuperar el centro.
El Partido Popular trata de abandonar las posiciones más radicales que defendió ante la cita del 28-A para atraer a los millones de electores que le castigaron en las urnas, tanto desde el centro como desde la derecha. Feijóo aboga por abrir de nuevo el espacio político del PP con la bandera de la eficacia para frenar a la izquierda. Con los resultados del pasado domingo, los populares podrían quedar laminados y con su representación institucional muy debilitada. Vox ha dejado de ser un potencial aliado para pasar a ser un adversario directo, el mensaje en este sentido no tiene matices.

En Balears, también.
El presidente regional del PP, Biel Company, también ha hecho autocrítica tras la debacle electoral. Hundir hasta la cuarta posición la opción conservadora en las Islas tiene respuestas multifactoriales, pero todas ellas tienen una raíz común en ese abandono a las esencias ideológicas de centro que siempre han impregnado el discurso del PP. Company asume los errores y plantea una rectificación inmediata –empezando por el distanciamiento de Vox–, la recuperación de la credibilidad ante su electorado es una premisa inexcusable si pretende recuperar con solvencia las principales instituciones de las Islas. En su presentación del programa que defenderá ante el 26-M, el PP recurre a uno de sus grandes activos; la gestión económica.