Se acabó. Los hoteleros de Ibiza y Formentera, así como prácticamente del resto de Baleares, han anunciado que este fin de semana, mayoritariamente, cerrarán las puertas de sus establecimientos y pondrán fin a la peor temporada turística de la historia, marcada por la crisis sanitaria y por una deficiente gestión política de la situación. «Nos vemos la temporada 2021», anuncian los hoteleros tras haber abierto apenas dos meses y con unas cifras de ocupación nunca vista. La decisión de turoperadores como Jet2Holidays y TUI de suspender todos los paquetes hacia España ha sido la puntilla a la peor temporada de la historia.

Un mes de agosto al ‘ralentí’.
En agosto la mitad de los hoteles de las Pitiusas estaban abiertos, de los cuales el 50 por ciento cerrará en septiembre. Solo unos valientes continuarán operativos durante el mes que viene, sin saber qué turistas vendrán y si Alemania o Gran Bretaña deciden poner fin a sus vetos a España. Dependerá, evidentemente, de la evolución de la pandemia, que sigue desbocada en las Pitiusas, y en Baleares en general, y no parece que la situación pueda normalizarse a corto plazo.

Ahora, decisiones.
Una vez consumado el desastre turístico de esta temporada 2020, las instituciones deben responder. En primer lugar hay que solucionar ya el tema de los ERTE, que los trabajadores del sector turistico tengan cobertura en los próximos meses, que nadie se quede atrás, como diría Pedro Sánchez. Y también toca ayudar a las empresas con líneas de crédito, exenciones fiscales y ayudas de todo tipo. Más adelante, cuando todo esto haya pasado, ya llegará el momento de exigir responsabilidades políticas. Porque parece que hay evidencias de que la gestión ha sido nefasta, sobre todo en materia sanitaria. Basta comparar la situación de España con otros países con entorno, que no dan abasto a la hora de recibir turistas.