España es un país en el que existe un alto número de personas con trastornos de carácter alimentario (TCA), en torno a 400.000 ciudadanos, con la bulimia y la anorexia como protagonistas, si bien no son los únicos. La juventud es, principalmente, su principal foco y se hace imperiosamente necesaria ayuda profesional para salir adelante, una terapia que pueda poner fin a situaciones que, además, también acaban afectando a los familiares. Según cifras de la Fundación ABB, un 11 por ciento de adolescentes de nuestro país presenta conductas susceptibles de derivar en un trastorno de la conducta alimentaria. Pero este problema va más allá de nuestras fronteras. De hecho, tal y como publicó The American Journal of Clinical Nutrition hace tres años, el número de casos de TCA aumentó drásticamente y la prevalencia pasó de un 3,4 % de la población a un 7,8% entre 2000 y 2018.

Percepción distorsionada del peso.
La anorexia se define como un síndrome de rechazo de la alimentación por un estado mental de miedo a engordar, que puede tener graves consecuencias patológicas. Diferentes estudios van más allá y recuerdan que también hay que incluir una percepción distorsionada del peso.

Recursos insuficientes y batalla psicológica.
En Ibiza, como en otros tantos puntos geográficos, se combate contra este tipo de enfermedades. Bartolomé Bonet, jefe de Pediatría del hospital Can Misses, lamentó la falta de recursos destinados a los trastornos mentales, que, además, se han visto agudizados con la crisis de la COVID-19. Se ha encontrado pacientes como, por ejemplo, Flor, que parecían un cadáver. «Te voy a curar. Lo haremos a las buenas o a las malas, pero te voy a salvar», le dijo, tal y como relató para este periódico. Su trabajo es digno de admiración, pues se ocupa de salvar la vida de personas que están en serio peligro. La ayuda que reciben, especialmente a escala psicológica, es esencial para llevar a cabo una correcta rehabilitación y tratar una enfermedad que, desafortunadamente, cada vez está más asentada en la población. La detección temprana y el tratamiento inmediato son clave para combatir los TCA.