El exfutbolista Gary Lineker afirmó, al presentar el reportaje crítico emitido por la BBC, mientras se celebraba la apertura del Mundial en Qatar, que «es la Copa del Mundo más controvertida de la historia y ni siquiera se ha lanzado un balón aún». La radiotelevisión británica optó por ignorar esta ceremonia para ofrecer un programa que denunció la corrupción de la FIFA, las leyes represivas en el estado catarí contra las mujeres y el colectivo LGTBI, así como la explotación laboral de los trabajadores migrantes durante la construcción de los estadios. Todas estas discriminaciones han sido explicadas y difundidas por Amnistía Internacional, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y Human Rights Watch (HRW). La polémica y los escándalos persiguen este Mundial desde que la elección de la sede del emirato, en 2010, con denuncias por soborno que provocaron una investigación de la FIFA, sin obtener resultado, pero motivó la dimisión del redactor del informe, un antiguo fiscal de general de Estados.

Hipocresía y contradicción   

De manera inesperada el sábado, cuando faltaban 24 horas para el inicio del campeonato, compareció el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, que arremetió contra la hipocresía en la que incurren los países participantes y, al mismo tiempo, critican la vulneración de los derechos humanos y las condiciones laborales de Qatar. Contradicción que no oculta la falta de libertades del estado árabe, como ha ocurrido con anteriores Mundiales, acogidos por dictaduras militares como fue Argentina 1978.

Lo deportivo y la falta de derechos

Hemos de convivir con estas incoherencias, también los medios de comunicación, que no podemos plegarnos a lo que desea Infantino: que informemos únicamente de lo que ocurre en los estadios. El compromiso periodístico exige informar de lo deportivo y, también, explicar la falta de derechos y libertades en Qatar al ser una realidad que no puede ocultar la FIFA.