La Mesa de l’Alumnat se reunió el jueves con el conseller d’Educació, Antoni Vera, para tratar el tema de la prohibición de los teléfonos móviles en los centros docentes de Balears. Es, sin duda, una iniciativa necesaria porque el descontrol con estos aparatos es, en ocasiones, preocupante y los estudiantes están perdiendo capacidad para socializar. De hecho, no es ningún secreto que la mayoría de los adolescentes pasan demasiado tiempo pendientes de sus ‘smartphones’, por lo que es de sentido común que su uso sea limitado o directamente prohibido en las aulas. Como ya se ocupó ayer de aclarar el propio conseller, si algún alumno padece una enfermedad diagnosticada queda exento de estas restricciones y podrá usar su terminal.

Acabar con el acoso

Uno de los muchos aspectos positivos de esta medida que ha decidido impulsar la Conselleria –y que recibió el respaldo de los alumnos– es que puede ser una herramienta útil para acabar –o al menos rebajar– los numerosos casos de ‘ciberbullying’, que consisten en un acoso cruel a través de las redes sociales. En realidad, el acoso es uno de los principales problemas con los que se encuentra el profesorado, que a veces no puede actuar con mayor celeridad porque no conoce lo que está sucediendo. Si se limita el uso de los móviles, es previsible que los acosadores vean mermadas sus capacidades para actuar y, por consiguiente, menos menores sean víctimas de esta lacra, que en ocasiones se salda con trágicas consecuencias.

Las sanciones

El capítulo que todavía no queda demasiado claro es el de las sanciones derivadas de esta próxima prohibición. Deberán ser los centros, a través de sus protocolos de régimen interno, los que determinen cómo castigar el uso de los teléfonos en espacios prohibidos, pero sería conveniente tener un marco orientativo. Los alumnos se mostraron reacios ayer a que la sanción los deje sin móviles «varios días».