El Partido Socialista celebra su congreso de la renovación el próximo mes de julio y parece que hasta entonces se va a mantener la incógnita de quién dirigirá las riendas del primer partido de la oposición. Por el momento, la primera en lanzarse al ruedo por la Secretaría General ha sido Rosa Díez, eurodiputada y anteriormente consejera en el Gobierno vasco de coalición PNV-PSOE. Antes de presentar su proyecto, sus ideas o sus objetivos para el socialismo español del siglo XXI, Díez ha dejado bien claro que no tiene padrinos, ni intermediarios, ni entorno. O sea, que no procede de ninguna de las poderosas familias del partido. Cosa que, por un lado, es de agradecer, porque supondría una verdadera renovación "que es lo que necesita el PSOE"; y, por otro, seguramente le alejará de la posibilidad de hacerse con el cargo conociendo los entresijos de un partido que ahora mismo está desestructurado y en el que las etiquetas "felipistas, guerristas" muchas veces han mandado más que las personas y los ideales.

Después habló de sus intenciones, que son, suponemos, las mismas que las de los demás, «lograr un partido más abierto, cohesionado, transparente y radicalmente democrático». Aún falta mucho para la celebración del congreso socialista y seguramente seremos testigos de muchas sorpresas, entre ellas la presentación de un buen número de candidaturas. Por el momento se habla de cuatro: la de Rosa Díez, ya confirmada; las de José Bono y José Luis Rodríguez Zapatero, que se lo están pensando; y la de Javier Solana, que muchos desean, pero que es bastante improbable. Lo cierto es que el PSOE precisa con urgencia de un timonel, tras los fiascos de José Borrell y Joaquín Almunia. Un líder claro y aglutinador que convierta al partido en lo que es: el segundo de este país.