Un alto funcionario de Naciones Unidas que tiene a su cargo la coordinación de la ayuda humanitaria lo ha manifestado recientemente: «Hemos fracasado». Al cumplirse diez años de la invasión de Kuwait, de la guerra y casi los mismos del embargo y las sanciones decretadas por la comunidad internacional contra el régimen de Sadam Hussein, resulta prácticamente imposible no llegar a semejante conclusión. El tirano iraquí se ha fortalecido en el poder, la oposición se halla diezmada o en el exilio, y el pueblo al que se pretendía liberar de la dictadura malvive en unas condiciones sensiblemente inferiores a aquéllas que disfrutaba antes del conflicto. En diez años, la mortalidad infantil se ha doblado en el sur y en el centro del país, en donde vive el 85% de la población. El índice de alfabetización que llegó a alcanzar el 90%, uno de los más altos de la zona, ha descendido hasta el 60%, mientras las escuelas se mantienen semivacías y escasamente dotadas. Más de medio millón de niños han muerto en un país cuya infraestructura y tejido social se han deteriorado por mor del aislamiento y el embargo. Ése es el fracaso al que se refiere el funcionario al que aludíamos. Y, obviamente, desde una perspectiva humanitaria es imposible hacer otro balance. Claro que tal vez los hay que viendo las cosas desde otro muy diferente punto de vista, piensan que, lejos de fracasar, se han logrado los objetivos propuestos. Es un hecho que en diez años se ha convertido en uno de los países más prósperos y avanzados de la zona en un lugar semidesolado social y culturalmente, que tardará varias décadas en recuperarse. Quizás es lo que algunos pretendían: debilitar a un Irak erigido en incordiante potencia hegemónica en la zona. Lo terrible del asunto, en este caso, es que los designios de la alta política internacional se hayan tenido que llevar a cabo a costa del hambre y la degradación de un pueblo. Posiblemente en este aspecto, más que en ningún otro, se pueda decir con rotundidad aquello de que la comunidad internacional le ha dado a Sadam Hussein una patada en el culo del pueblo iraquí.