Mañana nuestra Comunitat Autònoma cumple veinte años, lo que significa su entrada de lleno en el camino de la madurez política e institucional. Hace 20 años, el 1 de marzo de 1983, se publicaba en el Boletín Oficial del Estado el Estatut d'Autonomia de Balears. Nuestra Comunitat Autònoma empezaba a existir. Coincidiendo con esta fecha, el Govern entrega todos los años las Medallas de Oro de Balears y los Premios Ramon Llull, que tratan de distinguir a las personas o entidades que han destacado por su dedicación a las Islas. Hoy reciben las Medallas la «Comisión de los once» y la Editorial Moll. Aquellos once representantes de los partidos políticos de la transición a la democracia fueron los encargados de comenzar a elaborar -llamados por Jeroni Albertí, presidente del Consell General Interinsular- el anteproyecto de Estatuto de Autonomía en el marco de la Constitución de 1978. Un trabajo que quedó bruscamente interrumpido meses después con el «Tejerazo» que supuso un duro mazazo a las ilusiones democratizadoras y autonomistas de buena parte del país.

Y ese momento, el 23-F, fue el que decidió, lejos de Balears, cómo iba a ser nuestra autonomía: de segunda. La célebre fórmula del «café con leche para todos» hizo tabla rasa en las regiones que no traían debajo del brazo el antecedente autonomista de la República y quedaron homologadas como «no históricas». Balears quedó así apeada de cualquier intento de acceder al modelo autonómico de Euskadi o Cataluña. Con el transcurrir de los años, y a través de la «vía lenta», las Islas han ido asumiendo nuevas e importantes competencias, como sanidad y educación.

Faltan retos por conseguir -el dominio sobre la costa, por ejemplo, muy imporante en una comunidad formada por islas- y, sobre todo, falta financiación. Mientras Balears tenga que recurrir a Madrid para conseguir dinero para construir carreteras es que nuestra autonomía está incompleta.