Las primeras impresiones de las autoridades turísticas de las Islas no han sido buenas al llegar a la feria internacional de turismo de Londres, World Travel Market, puesto que se han encontrado con una bajada sustancial en el número de reservas de cara a la temporada turística de 2004. Las estimaciones hablan de más del 30 por ciento de caída, un dato espeluznante para una industria que ha pasado los dos últimos años viviendo una incertidumbre constante, aunque, afortunadamente, con consecuencias limitadas. Lo que sucede en Londres estos días es una sensación generalizada que tiene algo que ver con la imagen de Eivissa o de Balears en general, pero que en realidad se debe, fundamentalmente, a la debilidad de la libra esterlina respecto al euro y a una situación económica y social que difiere mucho de la que disfrutó el Reino Unido desde mediados de los años noventa y hasta hace dos temporadas.

Londres es el primer gran certamen preparatorio del verano del año que viene, la primera cita importante por el número de turistas que mueve, y de sus resultados dependerá toda la estrategia promocional que haya que desarrollar en los próximos meses. Por eso es importante contemporizar la situación para determinar nuevos planteamientos y, en su caso, establecer nuevos objetivos. Es decir, después de estudiar qué pasa y qué puede pasar con los británicos habrá que decidir si se puede y se debe apostar por otros mercados de manera que la industria turística trabaje en su dimensión óptima, sin solapamientos ni pérdida de oportunidades. Teniendo en cuenta que el mercado vacacional está evolucionando hacia la contratación tardía, en los próximos días habrá que recoger la información que nos permita saber por quién apostar, un riesgo que debe estar lo más controlado posible y que merece la máxima atención por quien tiene que velar por los intereses de todos.