n un mar cada vez más vigilado, las redes internacionales de tráfico de droga intentan burlar a las autoridades para conseguir introducir su mercancía en países de la Unión Europea y Eivissa, por su proximidad geográfica al continente africano y, por tanto, al Magreb, se ha convertido cada vez más en una importante estación de paso de estas rutas.

Por ello es una buena noticia el éxito de la operación desarrollada en aguas del sur de la isla por el Servicio de Vigilancia Aduanera que ha permitido el decomiso de dos toneladas de hachís y la detención de dos vecinos de Sant Antoni, un agricultor y un pescador, que trasladaban la droga desde un barco nodriza hasta la costa.

Ante todo, la felicitación a este cuerpo de seguridad, pero también apoyo para que sus investigaciones permitan desentrañar la telaraña en la que se ocultan los contactos de los detenidos tanto en ultramar como en el mismo territorio ibicenco para la distribución de tal cantidad de hachís a muy pocos días de que la temporada estival se ponga definitivamente en marcha.

Este golpe al narcotráfico no supondrá, casi con total seguridad, y sería una ingenuidad pensarlo, que Eivissa deje de ser tanto destino como estación de paso de todo tipo de sustancias estupefacientes. Pero todo éxito debe contar, aunque el monstruo contra el que se combate parezca disponer de recursos ilimitados. La cooperación internacional entre los países de la UE y los integrados en la costa mediterránea africana es indispensable en esta ardua lucha en la que el mar es protagonista y mudo testigo al mismo tiempo de las redes, de droga y humanas, que buscan introducirse en nuestro entorno.