Desde ayer el Real Mallorca SAD tiene un nuevo propietario, la familia Martí Mingarro, que ha adquirido el paquete mayoritario de las acciones del club que poseía su actual presidente, Mateu Alemany. Se cierra así un período de incertidumbre que se remonta a la etapa de Vicenç Grande, que arrastró las dificultades económicas de su grupo empresarial a la sociedad deportiva. Desde el primer momento se sabía que el regreso de Alemany era provisional, que el Mallorca "el equipo más representativo del fútbol balear" cambiaría de propietarios.

En el transcurso de los últimos meses han sido varias las opciones que se han barajado, pero al final la oferta que ha llegado a buen puerto ha sido la de los hermanos Martí Mingarro, que tras acordar el pago de aproximadamente cuatro millones de euros serán ahora los nuevos propietarios del Real Mallorca.

Al margen de la titularidad de las acciones, el aficionado mallorquinista mantiene intactas todas sus dudas respecto al futuro del equipo. La comparecencia pública de los Martí Mingarro con Alemany, aparte de dar a entender que la futura presidencia recaerá en manos del abogado Joan Buades, no ha despejado las principales incógnitas que afectan al previsible rendimiento deportivo del Mallorca. Nada se sabe de la política de fichajes "hasta el momento no se ha cerrado ninguno a pesar de las exigencias del entrenador Gregorio Manzano" y, todavía menos, del proyecto deportivo para esta nueva era.

Son estos los aspectos que, en realidad, importan sobre el Real Mallorca, una vez que su transformación en sociedad anónima deportiva dejó abierta su desvinculación económica con la Isla. Sería inadmisible que una simple operación económica traicionase lo que para miles de mallorquines es un sentimiento.