Es cierto que las capitales suelen mirarse el ombligo y poco les importa lo que ocurre a su alrededor. Es también cierto que las capitales, como es el caso de Palma, disfrutan de unas infraestructuras por encima de la media de la Comunitat, pero también es cierto que muchas veces se utiliza como recurso fácil para justificar fracasos políticos. En Palma los políticos acusan a los políticos de Madrid de todos los males de la Comunitat Autónoma. E imagino que en Formentera despotrican contra Eivissa por el centralismo, las inversiones, y acusan a los ibicencos de todos los problemas de la isla. Sin embargo, en muchas ocasiones me pregunto si las excusas son eso, excusas, y habría que hacer autocrítica. Lo digo por el caso de Talamanca, que lleva más de una década en una estado lamentable y ahora piden que el Govern, que no tiene todas las competencias en este asunto, resuelva la situación antes del verano. Y yo me pregunto: ¿no hay diputados de Eivissa en el Parlament, con votos decisivos, que pueden presionar más que los vecinos y hoteleros? ¿No sería más adecuado que los diputados se plantasen, como han hecho los senadores con los sondeos, y de una vez por todas se note su trabajo? Lamento decirlo pero los diputados elegidos en Eivissa deben querer pasar desapercibidos porque apenas se dejan ver. A veces me los encuentro en los aviones, pero poco más sé de su trabajo. Supongo que se puede aplicar lo mismo para los diputados de Eivissa que hay en el Congreso. Trabajo discretísimo, casi inédito. En los ocho meses que llevo en Eivissa no he visto una rueda de prensa de Fajarnés. Y al margen de Miquel Jerez y los diputados de la oposición, que suelen ser más ruidosos, apenas conozco qué hacen los otros representantes de Eivissa en el Parlament. Por lo tanto, no toda la culpa es de Palma.