Admiro a Bernabé Rodríguez sin conocerle de nada. Admiro, en general, a todo aquel que se mide a la ilógica, persiguiendo metas que a mí se me antojan imposibles. Alpinistas, ‘runners’, submarinistas a pulmón... la lucha por desafiar a la naturaleza y a nuestro propio cuerpo me suele producir perplejidad.

Bernabé se ha propuesto superar la marca mundial de completar cuatro días de marcha nórdica en la playa, un récord que ostenta el japonés Hiroshi Tamaki desde el pasado día 19 de febrero, cuando cubrió una distancia de 412,78 kilómetros. El reto comenzará a las 11.00 del próximo jueves y está previsto que concluya el lunes a la misma hora.

El marchador es consciente de que la empresa va a resultar ardua. «Voy a ir justo, porque hay que caminar unos 104 kilómetros de media diariamente». Pero él tiene una estrategia: «Salir muy fuerte y dar todo lo que pueda los primeros días para, después, gestionar la diferencia y jugar con eso. Si vas muy parejo cada día y surgen problemas físicos de cualquier tipo, todo se va al traste. Hay que empezar fuerte y jugar con la diferencia». Dice que dormirá unas siete horas en total.

Bernabé ya sabe lo que es sufrir. La experiencia más dolorosa, cuenta, fue en una pista. Estuvo 24 horas marchando sin parar. Ahí no paró para dormir, ni para hacer sus necesidades; claro que las necesidades de Bernabé no deben ser exactamente las mismas que las de la mayoría de los mortales.

Durante cuatro largos días el mundo continuará girando y Bernabé recorrerá la playa de s’Arenal de Sant Antoni, de extremo a extremo, una y otra vez, para demostrar que los límites del ser humano está más allá de lo que nos pensamos. Suerte.