En la solemnidad del Corpus Christi se celebra el Día de caridad, el día de Cáritas. Y por eso, la entidad que actúa en nombre de toda la comunidad católica luchando por la justicia nos presenta este año, dentro de su campaña «Ama y vive la justicia», el lema para este día, en forma de pregunta y, tal vez, de desafío: «¿Qué haces con tu hermano?», una pregunta que viene de los orígenes de la humanidad y que no puede dejarnos indiferentes porque, como dijera el Papa Juan Pablo II, «todos somos responsables de todos» (Sollicitudo rei socialis, n. 38).

Se nos invita a celebrar este día de caridad como una oportunidad para construir una nueva fraternidad universal, basada en la defensa de la dignidad y los derechos de todas las personas. Todos los hombres y mujeres estamos llamados por Dios a vivir la fraternidad, la mesa compartida, construyendo y rehabilitando la vida desde una nueva forma de relación con la otra persona, especialmente con las que menos tienen, con las que más sufren. Porque no podemos vivir de espaldas a los más de 6 millones de personas que no tienen trabajo en nuestro país; ni a los 845 millones de personas con hambre crónica en el mundo; ni a las miles de personas que tratan de buscar otra vida mejor cruzando fronteras y muchas de ellas mueren en el intento; ni… la lista puede continuar.

Los Obispos españoles, en su reciente instrucción pastoral «La Iglesia, servidora de los pobres» (Ávila, 24 de Abril de 2015), nos advierten de que «la crisis no ha sido igual para todos. De hecho, para algunos apenas han cambiado las cosas. Todos los datos oficiales muestran el aumento de la desigualdad y de la exclusión social, lo que representa sin duda una seria amenaza a largo plazo» (n. 19). Comoquiera que «hoy imperan en nuestra sociedad las leyes inexorables del beneficio y de la competitividad», y, «como consecuencia, muchas personas se ven excluidas y marginadas, sin trabajo, sin horizontes, sin salida», se impone «la implantación de una economía con rostro humano» (n. 15), y urge «recuperar una economía basada en la ética y en el bien común por encima de los intereses individuales y egoístas» (n. 16).

Eso es tarea de todas las personas, pero, convencidos de que «la actividad económica por sí sola no puede resolver todos los problemas sociales», los Obispos nos alertan recordando que la recta ordenación de la actividad económica al bien común «es incumbencia sobre todo de la comunidad política, la cual no debe eludir su responsabilidad en esta materia» (n. 22). Caridad, sí, para vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza, como nos pide el Papa Francisco (Discurso» a la Plenaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz, 2014). Y eso incluye una acción política firme y decidida a favor de los pobres, en el afán de erradicar la pobreza y rectificar la tremenda injusticia estructural existente en el seno de nuestra sociedad. «Ama y vive la justicia», es, recordemos, el lema de Cáritas para su campaña actual.

En nuestras islas de Ibiza y Formentera, al comienzo de la temporada de verano –tiempo de trabajo y de mejora para tantas familias que lo han estado esperando, pero tiempo también de locura y despilfarro insultante a manos de miles de visitantes–, tal vez convenga acoger la llamada de Cáritas para poner cada quien lo que esté a su alcance para construir un mundo más justo, fraterno y humano, con un estilo de vida sostenible y solidario. Seamos conscientes de que cada vez que alguien llega hasta nosotros, se asoma a nuestra vida y nos dice «tengo hambre», «no tengo trabajo», «no tengo casa», «te necesito», estamos pisando tierra sagrada, como Moisés ante la zarza ardiente, pues es el mismo Jesús, del cual la persona empobrecida es sacramento, quien nos mira, nos habla y nos tiende su mano en demanda de ayuda.