Hombre que lleva a cabo una acción heroica. Esta es una de las definiciones de héroe que recoge nuestro diccionario. Desgraciadamente, estamos viviendo un verano especialmente caliente por culpa de los incendios forestales. Fuegos que han dejado ya cinco cicatrices en Sant Joan, la más espeluznante, la franja de 32 hectáreas carbonizadas en Sant Miquel.

La herida en el bosque ya está ahí pero los daños se han minimizado gracias al trabajo de esos héroes de carne y hueso que luchan cara a cara contra el fuego. Aunque pueda parecer una muletilla, no lo es. Los bomberos y las brigadas del Ibanat se juegan literalmente la vida enfrentándose al fuego, a llamas que en muchos casos superan los veinte metros de altura.

Su trabajo es heroico y en muchos casos no está bien remunerado. El pasado jueves, día en que se declaró el incendio de Sant Miquel, se cumplían diez años del fatídico incendio en Guadalajara donde perdieron la vida 11 miembros de un retén. El riesgo es máximo ante unas llamas cambiantes y sí, estos héroes se juegan el pellejo cada vez que se enfrentan a un fuego. Incendios que en la mayoría de los casos se producen por la mano de un imprudente, un desaprensivo, por qué no decirlo: un villano.

Los equipos de extinción seguirán siendo héroes pero en manos de las administraciones y la sociedad está la posibilidad de reducir a la mínima expresión su heroicidad. Limpiar los montes en invierno es la mejor manera de apagar los fuegos. Y la sensibilización de todos también es clave. Como me dijo Maria Claudia a los pies del Puig de Missa con su bella cara desencajada: lo primero que tiene que ver un turista cuando llega a Eivissa son unos carteles bien grandes de ‘Atención, warning: No te cargues el paraíso’. No sabía que el ayuntamiento de Sant Joan ya estaba en ello.