Jordan Thomàs es un joven de 20 años, mallorquín, que no tiene ninguna experiencia laboral (lógico por su edad) pero tampoco título universitario. A pesar de tan escasa trayectoria vital, el Govern de Francina Armengol decidió nombrarle asesor técnico de la Conselleria de Salut y pagarle la nada despreciable cantidad de 46.000 euros al año. El escándalo fue tan mayúsculo que Jordan ha decidido renunciar al cargo. Este joven ha tenido más vergüenza que algunos de los responsables políticos que han hablado sobre la cuestión. Empecemos por la consellera de Salut, Patricia Gómez, la que colocó a su marido como director general. Dijo que es un joven preparado porque domina las redes sociales, y en concreto twitter. En efecto, Jordan trabajó como muchos en la operación desgaste contra el PP durante meses. Armengol también justificó el fichaje. Dijo que si lo había fichado la consellera no tenía nada que decir. Y la portavoz socialista, la ibicenca Pilar Costa, intentó defender lo indefendible. Dijo que era un cargo de confianza y que había que respetar la decisión de la consellera. Costa añadió que se había apostado por Jordan para trasladar a los jóvenes mensajes de prevención. Yo recuerdo la que se montó cuando Bauzá nombró a una secretaria, con algún título universitario y varios idiomas, por el mero hecho de que había participado en un concurso de misses. Nada me sorprende de los políticos, pero el sectarismo, la doble vara de medir y el silencio cuando son des nostros es algo que no llegaré a aceptar. Y que se utilice dinero público para premiar a militantes de un partido sin pasado profesional. Y que se alimente a políticos profesionales sin oficio ni beneficio que solo desprestigian a la clase política. Al final, el pobre Jordan ha sido la principal víctima de esta historia.