Como en ocasiones nos comportamos como niños, nuestros ‘padres’ están en la obligación de enderezarnos. La cuestión está en qué metodología aplicar para conseguir resultados. En Eivissa desobedecer las normas de convivencia y de respeto hacia los demás se ha convertido en costumbre. Frente a la masificación estival, los encargados de velar por la seguridad y el orden público se ven desbordados y mantener un mínimo civismo escapa al control de las autoridades. Pero hay que buscar soluciones a esta encrucijada. No vale con hacer la vista gorda, lloriquear y pasarle la ‘patata’ al de enfrente. En lugares como Platja d’en Bossa, el West End de Sant Antoni o sa Penya, por poner varios ejemplos, parece que todo vale. Sobre todo en materia de limpieza y de respeto al prójimo. La mano dura no funciona. Es administrativamente ineficaz. Las multas y sanciones ‘leves’ no traspasan fronteras y al infractor le ‘resbala’ un tirón de orejas por parte de las fuerzas del orden.
OPINIÓN| Rubén J. Palomo
Refuerzo positivo ante el caos
Eivissa31/08/15 0:00
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