El pasado domingo saqué las zapatillas a pasear. Fueron algo más de 21 kilómetros de trialeras, escaleras, toboganes, repechos, descensos... y un poco de asfalto. Lo llaman trail, pero en el caso de Eivissa también podría denominarse un mar y montaña.

Eivissa es un paraíso en muchos sentidos, una isla para recorrer, un marco incomparable para correr.
Hasta ahora siempre había realizado pruebas de asfalto llevado por la comodidad de vivir en una ciudad plana como Valencia. Allí, el antiguo cauce del Túria se ha convertido en un recorrido de ensueño para los runners. Aquí, he descubierto que Eivissa pasa por ser un sueño para todo corredor de trail. De momento, me llevo al zurrón de kilómetros los 21 de la Ibiza Trail Maratón en su versión Medium. «És dureta pero val la pena, és una excursió espectacular», me comentó Pep Colomar, un devora kilómetros del terreno. Ciertamente fue una experiencia espectacular. Igual estás subiendo un desnivel de 800 metros que estás pisando la arena de Cala Gració o Cala Salada.

La participación se ha multiplicado en los últimos años hasta acercarse a los 800 corredores. La mayoría son de la isla, pero también hay muchos venidos de fuera. Corredores que vienen con sus familias y pasan más de tres días en la isla con la repercusión económica que ello tiene una vez finalizada la temporada. Pruebas como ésta, el Triatlón de larga distancia, la media maratón del 1 de mayo y otros reclamos en forma de duatlones o nuevas carreras pueden ser un buen banderín de enganche en pos de la desestacionalización del turismo. Eivissa y Formentera no deberían desaprovechar ese filón.