Cobran la ecotasa a los turistas, que piden a cambio justa información. El recelo en materia impositiva está globalizado. Si alguien les dice que el nuevo impuesto irá a actividades supuestamente ecologistas como una nueva matanza caprina en Es Vedrá, con escopetas de calibre inadecuado, opacidad furtiva y dejando los cuerpos heridos en riscos imposibles, la liamos parda. Si todo cazador amante de la naturaleza se llevaba las manos a la cabeza con tal disparate cinegético, ¿qué no haría un turista educado por Walt Disney?

«Nunca se miente tanto como después de una cacería y antes de unas elecciones», decía el canciller Bismark con coña germánica (también existe, aunque muy diferente de la fresca y marinera coña ibérica). Con el safari en es Vedrá descubrimos el color viscoso de algunos ecopitiusos. Ahora, en la dulce Cataluña que los pulgarcitos tribales quieren tornar amarga, el franquiciado socialista recupera su ambigüedad en materia de referéndum para fracturar un país. Afortunadamente no tienen a un portentoso orador con pinta de hooligan, como Boris Johnson; y además está la bella Inés Arrimadas para bajarles de caballo. Pero preocupa, aunque no sorprende, que el que contra todas las encuestas sigue siendo el segundo partido de España baile el agua al delirio catalanista.

La política debería ser la buena administración de los bienes comunes y que nos dejen tranquilos en la medida de lo posible. Pero continuamente nos asaltan con chorradas, reordenaciones, impuestos, etcétera, como si fuéramos unas cabrás indefensas del Vedrá que amenazan su ecosistema particular.