Llegan informaciones inquietantes sobre Podemos. La formación morada no consigue completar sus candidaturas al Parlament y al Consell d’Eivissa. No se han presentado el número mínimo de aspirantes a ocupar los puestos necesarios para completar las candidaturas, lo cual da muy mala espina y es un motivo para preocuparse bastante. Que Podemos no llene las listas tiene tres lecturas: una, que la formación política haya desilusionado a muchos militantes después de algunos esperpentos vividos esta legislatura. Todos recordamos el pase de Salvador Aguilera al Grupo Mixto tras lamentar cómo se las gastaban en la cúpula podemita ibicenca, liderada por Viviana de Sans. Dos, que empiece el «sálvese quien pueda» porque haya afiliados que se teman una severa derrota electoral en mayo. O, en tercer lugar, que las personas próximas a Podemos, que se ilusionaron hace cuatro años con la nueva política, ya no sientan tanta necesidad de cambiar las cosas visto el fracaso de algunos cargos electos. Confieso que soy incapaz de responder qué está ocurriendo, pero sí es objetivo que la gestión que han desarrollado estos años no ha cumplido, ni mucho menos, las grandes expectativas que se habían creado. El problema de la vivienda en Ibiza, área gestionada por Podemos, está peor que hace cuatro años. Eso nadie lo puede cuestionar. La gestión social, también responsabilidad de la formación morada, ha sido un desastre sin paliativos, como han denunciado unos sindicatos nada sospechosos de ser del Ibex 35. Tampoco han paralizado los proyectos viarios y todos recordamos la pantomima de consulta popular sobre el desdoblamiento de Santa Eulària con urnas y sin censos para demostrar que con ellos había llegado la democracia auténtica. Un despropósito. Con estos mimbres se presentarán a las próximas elecciones. Y los ciudadanos elegirán.