Me sorprendía el pasado sábado en el ‘Feim barri, feim tradicions’ la insistente coincidencia en lugares y situaciones con un señora de Galicia. Que me disculpe ella por no recordar su nombre. Aunque diría que ni siquiera nos presentamos. Simplemente charlamos. Primero frente a las mujeres que amasaban las orelletes. Yo llegué poco después que ella, que preguntaba por la receta de aquello que revolvían en el lebrillo. Mera curiosidad foránea. Yo preguntaba por trabajo. Tenía que escribir un reportaje. La casualidad nos llevó a entablar conversación en la fila para coger el arròs de matances. Ella esperaba su turno, yo le pregunté si era la fila para el arroz, ella contestó que no sabía, pero que esperaba que sí, porque sino estábamos haciendo el tonto. El arroz buenísimo, por cierto, enhorabuena a los cocineros.

A lo que iba, ya en la fila ella me comentó que se había enterado de la actividad a través de los carteles promocionales. Que procuraba ir cada fin de semana a diferentes actividades de este tipo que organizaban los municipios y que muchas veces sus compañeros de trabajo se sorprendían de que ella supiera más sobre lo que se hace en Ibiza que ellos, ibicencos de toda la vida. Ella por su parte se sorprendía de la ceguera de sus compañeros, que no leen los carteles. Acabamos comiendo en la misma mesa.

A lo mejor las coincidencias fueron un toque de atención. Es sorprendente como a veces aquellos que nos visitan acaban conociendo mejor la isla que nosotros mismos. Aprovechen la gran oferta de actividades que organizan ayuntamientos y asociaciones en esta época del año, ya sea por las fiestas patronales o para la desestacionalización esa que está tan de moda y viene tan bien a la isla. Luego llegará el verano y vendrá el llanto y el rechinar de dientes.