Qué difícil resulta saber para cuándo estará disponible una nueva infraestructura que dependa de la administración. Para ilustrar claramente de qué estoy hablando, basta recordar cómo están a día de hoy dos proyectos de una importancia capital para la isla de Eivissa y muy especialmente para el ayuntamiento de Vila. Los dos proyectos en cuestión son el tanque de tormentas del puerto y la nueva estación depuradora de Sa Coma.

En lo que se refiere a la planta depuradora, cabe recordar que se trata de un proyecto de extrema necesidad, ya que la que esta en funcionamiento actualmente está más que saturada y provocando innumerables problemas de todo tipo. No podemos olvidar que ya estaba prevista en el Plan Hidrológico de Baleares de 2002 y que en 2009 fue declarado proyecto de interés general. Se inicia el proceso de licitación en 2015, con un presupuesto de 41,2 millones, y no se adjudica hasta un año después.

En diciembre de 2019, se anuncia un parón de un año aproximadamente en las obras de esta nueva depuradora. El motivo que provoca la interrupción de las obras es la necesidad del cambio de trazado de las tuberías que han de conectar esta nueva estación con la actual depuradora, lo que hará necesaria una modificación del proyecto inicial de la obra, por lo que el retraso en la finalización del proyecto en su totalidad podría ser de dos o tres años.

La otra infraestructura objeto de polémica últimamente es el tanque de tormentas del puerto de Vila. Esta obra, que resulta clave, entre otras cosas, para evitar los continuos vertidos de fecales al mar, también sufre un nuevo retraso en su finalización total y en su puesta en funcionamiento. Según el contrato de adjudicación, su puesta en marcha estaba prevista para finales de 2019 y a día de hoy sigue sin ser una realidad.

El motivo de este nuevo retraso es la imposibilidad de iniciar las pruebas correspondientes en la estación de bombeo de Talamanca por falta de suministro eléctrico en la misma. Esta estación de bombeo y el tanque de tormentas van necesariamente ligadas.

Siendo esta la realidad de ambos proyectos, cabe preguntarse: ¿Por qué son prácticamente inevitables los retrasos en la finalización de las obras públicas? ¿Tiene algo que ver que las mismas se adjudiquen a empresas que presentan importantes reducciones en el presupuesto de salida en las licitaciones?

Por ejemplo, el proyecto de la depuradora acabó adjudicándose a una empresa que proponía una rebaja del 40 % sobre el presupuesto inicial, que era de más de 41 millones. Adjudicaciones de este tipo no son más que la certeza de que, durante su ejecución, se presentará mas de un modificado que hará que el presupuesto de adjudicación sea pura ficción. En este caso, también resulta del todo incomprensible que se dé luz verde a un proyecto que no tiene todos los permisos pertinentes para la ejecución de todas y cada una de sus fases. Ahora resulta que habrá que iniciar el proceso de expropiación necesario de los terrenos por los que deberá discurrir el nuevo trazado de las tuberías citadas anteriormente. No existe argumento que justifique esta situación.

En el caso del tanque de tormentas, tampoco es justificable que la conselleria de Industria del Govern balear haya tenido que esperar dos años para autorizar la acometida eléctrica de la estación de bombeo de Talamanca que debe permitir el contrato de suministro entre Abaqua y Gesa, ambas cosas imprescindibles para poner en marcha el tanque del puerto.

Todo ello pone en evidencia una escandalosa falta de coordinación entre todas las partes implicadas en la ejecución de las obras de estas infraestructuras públicas.