En otra de sus soberbias maniobras irracionales, el alcalde de Ibiza ha decidido confinar a los comerciantes del Mercat Nou cerrando sus principales accesos y desertizando con ello la presencia de clientes en su interior. A pesar de que la fase uno debería suponer una mayor apertura, el primer edil de la ciudad ha decidido optar por hacer todo lo contrario con una decisión arbitraria que pone en jaque a los valientes que durante estas duras semanas no han dejado de trabajar y han abastecido a la población de productos básicos. Desde el domingo pasado permanecen selladas las puertas más visibles que permiten la entrada al recinto, dejando tan sólo abiertos dos accesos laterales y secundarios. El célebre alcalde socialista ha decidido echar una mano a los vendedores de las distintas paradas, pero al cuello, cerrando también las calles colindantes los fines de semana para garantizar que nadie entre en el mercado. Provoca rubor y bochorno que podamos abarrotar las terrazas con libertad, pero que se restrinja el acceso a uno de los pocos establecimientos en los que podemos encontrar producto local.

Hubiera bastado con informar o consultar esta medida con los comerciantes que allí se ganan la vida, pero es más fácil emitir la primera orden que pase por esa lúcida mente sin atender las graves consecuencias económicas que pueda provocar en su actividad. Está claro que a Ruiz se le da mejor aplaudir a diario, twittear, subir vídeos a Facebook o acariciar el lomo de Francina Armengol que gobernar. Le da igual que el mercado esté vacío, siempre que su ego esté lleno gracias a los acólitos que le ríen sus bromas sin gracia. No tardará Ruiz en encararse con el propietario de alguna parada que le agradezca este disparo a la nuca del comercio local.