De momento, en Ibiza no tenemos Obispo, confiamos que el Papa nos lo nombrará pronto. Mientras tanto la Diócesis está atendida por un Administrador Diocesano en la persona del Ilmo. Sr. Don Vicente Ribas Prats. Pidamos al supremo Pastor Jesucristo que nos envíe un santo obispo para el bien de la santa Iglesia.

El Evangelio que se proclama nos habla de la parábola de las diez vírgenes. Jesús nos invita a entrar en el Reino de los Cielos, por ello aconseja que estemos preparados. El Señor nos dice que debemos permanecer vigilantes para el encuentro con El. El «velad porque no sabéis ni el día ni la hora». Velar no significa solamente no dormir, sino estar preparados. Tengamos muy presente que no podemos esperar al último momento de nuestra vida para colaborar con la gracias de Dios, sino hacerlo ahora ya. Me pregunto: «si hoy mismo fuera para mí el último día, ¿estoy preparado?».

La lámpara es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, el aceite es el símbolo de la caridad que hace creíble la luz de la fe.

La condición para estar listos para el encuentro con el Señor no es solo la fe, sino una vida cristiana rica en amor y caridad hacia el prójimo. Como hemos repetido en el Salmo 62, nuestra alma ha de estar sedienta de Dios. El Apóstol Santiago nos dice: la verdadera religión consiste en asistir a las viudas y huérfanos y no dejarse contaminar por este mundo. Amor en acción. El pasado día 2 de noviembre, como todos los años, celebramos la Conmemoración de los Fieles Difuntos. En la primera carta de San Pablo a los fieles de Tesalónica, el Apóstol nos dice unas palabras verdaderamente consoladoras y llenas de esperanza en la Vida Eterna. Creemos en la resurrección de los muertos. Es una verdad de Fe que Jesús, el Hijo de Dios, murió y resucitó. De igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto. Una persona decía que hacía mucho tiempo que no se había confesado y quería confesarse para estar preparado. En el sacramento de la confesión encontramos el perdón y la paz de Dios. Como el Padre del Hijo pródigo, el Señor nos acoge con un abrazo paternal y lleno de ternura. Todos somos pecadores y al reconocerlo con sinceridad y arrepentimiento hallamos la alegría del perdón y del amor misericordioso de nuestro Padre Dios. ¿Qué valor tiene nuestra alma? Lo que vale la sangre de Cristo el cuál la derramó por todos y cada uno. Cristo murió en la cruz por mí y por todos. Gracias, Señor.