El asalto al Capitolio de Estados Unidos, un símbolo de la democracia, ha sido sin duda un ataque contra todos nosotros. Se trata de un acto sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos. En medio de estos graves acontecimientos, las empresas de redes sociales Twitter, Facebook, Instagram y otras han bloqueado las cuentas del aún presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el argumento de que sus publicaciones amenazaban la democracia e incitaban al odio y la violencia.

Las decisiones de estas empresas en línea de bloquear los exabruptos de su troll más famoso (@realDonaldTrump) a través de sus plataformas se amparan en el ejercicio de sus derechos, bajo la Primera Enmienda y la Sección 230 de la Communications Decency Act (CDA), para curar sus sitios. Las redes son un espacio o foro de carácter privado en el que los usuarios están sujetos a las normas y mecanismos internos de moderación de contenidos establecidos por las plataformas correspondientes. Independientemente de si el acto de silenciar a Trump ha sido correcto o no, ¿por qué no se adelantaron a prevenir los bulos, los discursos de odio y la incitación a la violencia que condujeron al ataque al Capitolio?

Habrá personas que consideren que la decisión de estas redes sociales es una manera de silenciar a POTUS. Por las razones anteriormente mencionadas, las medidas de estas redes sociales no se consideran censura. El presidente Trump, asimismo, dispone de un gran número de plataformas para decir lo que quiera.

Es urgente establecer las reglas del juego y otorgar a estas empresas obligaciones y responsabilidades claras sobre cómo deben tratar el contenido ilegal en sus plataformas en línea. De lo contrario, esto dejará a la sociedad con demasiadas preguntas acerca de cuándo un contenido debería o no bloquearse.