Hoy todas las miradas estarán puestas en EEUU y en esa inusual, casi apocalíptica, toma de posesión de un nuevo presidente, esta vez sin público, pero ante una de las demostraciones de fuerza más impresionantes del planeta.

Si los extraterrestres tienen pensado invadir la Tierra, hoy sería un buen día para hacerlo, porque una parte muy importante de la Guardia Nacional, el servicio secreto y miembros de la fuerza militar estadounidense estarán congregados en Washington, más que en Siria, Irak y Afganistán juntos. Es lo que tiene la era post COVID, cualquier cosa puede pasar y ya no nos sorprende nada. Nos hemos acostumbrado a ver escenas que en otro momento nos parecerían ciencia ficción. Ayer veía un video de un bebé de un añito que se acercaba a todos los objetos que estaban a su alcance y hacía el gesto de ponerse gel hidroalcohólico en las manos. El texto del twit rezaba: «cuando tu primer año de vida es 2020, todo lo que te rodea son estaciones de higienización». Me dio mucho que pensar. Las generaciones que nazcan después de esta pandemia no van a ver el mundo de la misma manera que las anteriores.

Por este motivo me tranquiliza en parte que el próximo vecino de la casa Blanca sea una persona que entra dentro de los parámetros que consideramos normales y que vaya de la mano de una de las mujeres que más curiosidad me despierta últimamente. Kamala Harris tiene todos los ingredientes para ser la protagonista de una serie de Netflix. De padres jamaicano e india, hoy se convierte en la primera mujer vicepresidenta de EEUU. Imposible no compararla con Michelle Obama. Imposible no ver en su sonrisa una mujer inteligente, con carácter y las ideas muy claras. Imposible no sentir un poquito de emoción ante los primeros decretos que se van a firmar hoy nada más tome posesión el nuevo presidente, y que harán, seguro, que el mundo sea un poquito más justo.