Yolanda confiesa que sabían la que se iba montar con el maldito virus, pero que la tacharon de alarmista en la antesala de la inefable manifestación del 8M. Se comprende que, con tal complejo de culpa, nos confinaran luego de la forma más cruel fuera de China. Hasta prohibieron darse un baño de mar, algo mucho más sano que encerrarse entre cuatro paredes.
Y como por el norte de Europa resopla de nuevo la ballena del totalitarismo vírico, sacrificando libertad por seguridad, todo San Antonio se lanza a brindar en las casetas del Mercat de Nadal. Es un recorrido hedonista con motivo navideño, que da alegría y esperanza. El que se beba más vino que aquarius, tiene sin duda mucho que ver. ¡Los puritanos de la corrección política todavía no han prohibido la Sangre de Cristo en las fiestas de Pormany!
Hay conciertos, bagatelas, cañones de nieve, zambomba flamenca y un estupendo cocktail mestizo entre fenicios y todos los demás, destacando este año muchos germanos y austríacas, dirndl incluido, en gozoso exilio con su caliente vino especiado y un bocata de sobrasada y miel. Y cantan los jóvenes de todas las edades (cuando se es joven, se es para toda la vida), apostando por ver quién sube primero en trineo al tobogán de hielo: ¡Marcos, invita, que Yolanda está que trina!
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