El lío de la multa de Rafa Ruiz es mucho más serio de lo que algunos piensan. Por un lado, tenemos a un alcalde que ha sido sancionado por aparcar donde no debía y que puede haber llevado al Ayuntamiento y a la concesionaria de la zona azul a mentir descaradamente para justificar su incivismo. Actitud que no extraña en el personaje pero que no por conocida deja de ser repugnante. Por otro lado, tenemos a un PSOE que cree que puede acosar a un medio y a una periodista porque lo que publicamos (contrastado) no les agrada. Y, por otro, tenemos en esta historia a una serie de individuos que cobran de nuestros impuestos por, entre otras cosas, impedir que los medios que no le son cómodos al poder puedan ejercer su trabajo.

En el Who’s Who de esta historia se encuentran, por ejemplo, el concejal que ante los funcionarios figura como responsable de Comunicación y candidato, Pep Tur, que carece de titulación universitaria en periodismo. Bueno, realmente carece de titulación universitaria para cualquier cosa. Tenemos a una jefa del gabinete de Alcaldía, Clara Roselló, número 2 de la política de comunicación municipal y ahora candidata, que tampoco ha pisado una facultad de periodismo. La número 3 sí fue a la facultad pero no debe recordar que le debe al PP su primer trabajo como periodista. No va bien para su papel de perro guardián del poder. El cuarto de la lista viene de Més x Mallorca, un compromiso más de Ruiz con Armengol. Al igual que el resto, sabe de    periodismo lo mismo que yo de ingeniería nuclear. Y el quinto elemento es uno que, aun siendo periodista, lleva años trabajando para el PSOE y dedicándose a lo que ya hacía en el Eivissa Confidencial mientras también cobraba un sueldo público: insultar, amenazar, mentir y acosar. Con estos mimbres, ¿de qué ética periodística nos hablan?