Imagen de archivo de la carretera E-10. | Marcelo Sastre

Por todos es conocido que la agilidad en la gestión de la administración en general, brilla básicamente por su ausencia. La lentitud en la ejecución de cualquier proyecto clama al cielo y hay claros y sobrados ejemplos en el día a día. Es un problema endémico en la gestión política a todos los niveles, desde la local, hasta la estatal, pasando por la autonómica. Ninguna se salva de aplicar un desmesurado número de trámites administrativos, técnicos y legales, a la hora de pretender ejecutar cualquier tipo de proyecto.

Proyectar, aprobar y acabar ejecutando un proyecto es como una carrera de obstáculos, ya que generalmente se suelen ver implicadas varias administraciones a diversos niveles. Los trámites resultan farragosos siendo todas las partes implicadas del mismo color político y la cosa puede complicarse mucho más si han de intervenir necesariamente administraciones gestionadas por partidos distintos. Sirva como ejemplo, la revisión del PGOU del municipio de Vila, iniciada hace más de veinte años y todavía sin aprobar.

Una vez hechas estas consideraciones iniciales, quiero detenerme ahora a analizar un proyecto de infraestructura que lleva demasiados años pendiente de su posible inicio. El proyecto en cuestión, es el de reforma de la E10, más conocida como primer cinturón de ronda en el municipio de Eivissa.

Se ha presentado recientemente el inicio de la licitación de la oficina técnica para la redacción del proyecto de reforma de la citada E10. Muchas cosas se han dicho sobre esta reforma; que transformará el actual diseño de ciudad, que unirá barrios, que eliminará una importante barrera urbana, o que incidirá en el tráfico y en el modelo de movilidad municipal. En todo eso no puedo estar más de acuerdo, ahora bien en lo que ya no lo estoy tanto, es en que es y, así se ha afirmado por parte de los responsables municipales, «un proyecto de presente».

Es en realidad un proyecto que se supone que está a punto de arrancar ahora, pero del que hace muchos años que se viene hablando y sobre el que se han anunciado diversas ideas en cuanto a su diseño. Por lo tanto en un proyecto del pasado, que ya debería haberse iniciado y que dada la magnitud del mismo, desconocemos cuando se podrá ver totalmente acabado. Eso creo que se ajusta mucho más a la realidad, que lo de «un proyecto de presente».

Es un claro exponente de lo señalado anteriormente sobre la lentitud de las administraciones. Son diversos los puntos que han provocado enfrentamientos entre rivales políticos, entre ellos su financiación; pero por otro lado no podemos olvidarnos de una alarmante falta de interés real en conseguir que un proyecto de tanta importancia y calado para el desarrollo del municipio, se pudiera ejecutar cuanto antes. Y ninguno de los partidos políticos que han gobernado las instituciones implicadas en los últimos 20 años, está libre de culpa.

La última novedad sobre el proyecto de reforma, es que incluirá un aparcamiento subterráneo que dará cabida a 1.500 vehículos. Cabe señalar que esta propuesta es crucial en el futuro, no solo del municipio, sino de toda la isla también. Este aparcamiento es tan necesario, que ya debería haberse incluido en los diversos borradores de proyecto que hace años se han venido manejando. Por lo tanto, es una opción necesaria y urgente, pero que una vez más llega muy tarde.

La importancia de la reforma incluyendo el aparcamiento subterráneo, es crucial para el municipio. Colocar esa cantidad de vehículos en el subsuelo, ha de permitir recuperar terreno en superficie para humanizar el casco urbano en todos los sentidos. Sin duda ha de ser fundamental en el futuro del urbanismo municipal, que la revisión del PGOU pendiente, debe contemplar. Entre otras cosas ha de servir para darle un vuelco al diseño global de tráfico en el municipio.

Pero no acaban aquí los beneficios que el nuevo diseño de la reforma puede aportar, ya que sin duda ninguna puede ser clave también para el rediseño del concepto de transporte público a nivel insular. No se debería olvidar que la estación de autobuses del Cetis, está pegada a la futura avenida urbana y por lo tanto habrá que contar con ello a la hora de planificar las líneas que unan la capital de la isla con el resto de municipios. De la misma forma habría que tener en cuenta en cualquier proyecto de movilidad insular, el importantísimo eje en transporte público que ha de ser siempre la conexión puerto-aeropuerto.

Que las propuestas que parecen tan lógicas y razonables a todos los niveles, como la de la inclusión del aparcamiento subterráneo en cuestión, lleguen tan tarde cuando hace años que se debería al menos haber planificado y trabajar contando con ello de cara al futuro; hace que quizás sea tarde para que se integre como debería, tanto en la revisión del planeamiento municipal, como en un proyecto de movilidad insular novedoso, revolucionario y realmente efectivo.

Sinceramente, dudo que tanto el Ayuntamiento en los trabajos de revisión de su planeamiento, como el Consell Insular en su nuevo proyecto de transporte público, incluyan todos los detalles beneficiosos que esta reforma de la E10 puede llegar a comportar. De nuevo han faltado ideas a tiempo y por supuesto valentía a la hora de hacer propuestas beneficiosas para nuestra isla, así como responsables capaces de abanderarlas y defenderlas, anteponiendo el interés general insular, al particular de cada partido político.

Ciertamente más vale tarde que nunca, pero hay retrasos que se acaban pagando muy caros.