Imagen promocional del Resort Six Senses.

Incluso antes de anunciar su apertura, el establecimiento que perturba la bahía de Xarraca ya causaba polémica por prever una serie de elementos ilegales en su construcción para los que no contaba con autorización alguna: amarres para yates, fiestas con fuego, ocupación del dominio público costero, etc,

Según adelantó en exclusiva Periódico de Ibiza y Formentera, se ha constatado que han instalado de nuevo una plataforma ilegal, tras haber hormigonado el fondo marino. Por si fuera poco, se ha detectado que desde el infame mamotreto descienden unas tuberías que vierten al mar directamente un líquido sospechoso que está produciendo la proliferación de unas algas que se están extendiendo por los alrededores del complejo hotelero y que pretenden eliminar fumigando las rocas con herbicida. Los vertidos que arrojan al mar, la sustancia que usan para fumigar y el hormigón en el fondo marino seguramente sean ecológicos y merezcan otro permio de los que están acostumbrados a comprar con dinero manchado por la desvergüenza.

El hotel se ha negado a dar explicaciones públicas, básicamente porque no las tienen. No se puede justificar cometer un atentado ecológico tras otro mientras engañas a tus clientes vendiéndoles humo, rituales ridículos y un falso respeto a la naturaleza. Su destrucción y su agresión al patrimonio costero de Sant Joan ocurre ante la curiosa mirada perdida de los organismos competentes: Costas y Medioambiente.

Six Senses es el claro ejemplo de lo que se está convirtiendo Ibiza: un negocio sucio en manos de capital extranjero que destroza la isla mientras se vende como su mayor protector. No hay mayor indecencia. Toda contundencia es poca contra este antro que ha destrozado la costa y ha causado daños irreversibles a los comercios vecinos.