Una mesa en un restaurante. | Imagen de Nenad Maric en Pixabay

El Gobierno sanchista dice que el consumo de los hogares ha bajado porque los españoles salen más a comer fuera. ¡Toma nísperos del síndrome de alienación monclovita!

Eso debe ser porque todavía no sabemos el nombre del baratísimo súper donde hace la compra la vicepresidenta Calviño, lo cual seguirá siendo un misterio digno de Cuarto Milenio, tanto como la existencia del Comité de Sabios durante el monstruoso encierro inconstitucional de la plandemia. Regresa a mis oídos la frase de Bismarck: Nunca se miente tanto como después de una cacería y antes de unas elecciones.

Al mismo tiempo, desde Igualdad critican como algo machista el premio de un robot de cocina en una prueba deportiva. Ignoro en qué disneylandia viven tales burrócratas que jamás dieron palo al agua fuera de política, pero su paranoia demuestra que debiera haber un examen psicológico para los encargados de la cosa pública.

Y hablando de pruebas deportivas: La que han liado este fin de semana cortando carreteras para que compitan ciclistas embutidos en trajes fosforitos. De Portmany a Vila se veían más Fuerzas del Orden que deportistas y los atascos eran monumentales. Los que salíamos, como dice el Gobierno, a comer fuera, aguantábamos atascos tremendos. ¿Qué premios obtendrán los sufridores? Desde que en San Antonio ya no dan langosta al campeón nadador, tales pruebas me traen sin cuidado mientras no molesten. Y no era el caso.

Y sí, los restoráns estaban de bote en bote, cuanto más caros más llenos. Pero, aparte de los camareros, no descubrí ningún posible votante en las próximas erecciones.