Un fallecido casi cada día en Ibiza. Así de duro, salvaje, contundente y también sorprendente porque no estamos hablando de una de las ciudades más peligrosas del mundo sino de una isla en el Mediterráneo que presume de tener el mejor ocio del mundo, algunas de las mejores calas y playas y una serie de atractivos turísticos que según muchos no están al alcance de cualquiera. Pero nos duela o no, sea por una cosa o por otra, las cifras están ahí y no engañan.

Y es que el origen de esta pequeña reflexión parte del titular que leo el viernes a media tarde en la versión en internet de uno de los medios de comunicación de la isla en el que se informa que ha fallecido un turista británico en Cala Jondal, Ya en su texto interior se explica que en esta ocasión la víctima es un británico de 33 años y que fueron los socorristas de la playa los que descubrieron el cuerpo mar adentro en torno a las 15.15 horas y que cuando llegaron hasta él y se le trasladó hasta la playa, los sanitarios del 061 desgraciadamente no pudieron hacer nada por su vida.

Desconozco las causas del trágico suceso y solo puedo fabular sobre lo sucedido, sobre todo cuando una de las máximas del periodismo que a mí me enseñaron es la de contrastar fielmente toda la información, pero lo cierto es que apenas unos días antes también tuvimos la noticia del ahogamiento de un vecino de Sant Joan mientras pescaba en Cala Sant Vicent y apenas un día antes la de un joven paraguayo de 32 años en la playa de S’Arenal de Sant Antoni. Colapsos, golpes de calor, demasiadas sustancias en el cuerpo o simplemente un cúmulo de mala suerte… pero el caso es que la cifra sigue aumentando y muchos de nuestros compañeros no dan a basto con todo lo que tienen que escribir.

Y es que desgraciadamente también hemos conocido recientemente el trágico incendio en una vivienda de Ses Païsses que se ha llevado por delante la vida de un vecino de 78 años, la muerte de un joven de 24 tras caer por causas que se desconocen desde una altura de 15 metros en un acantilado de la playa de Benirràs o los tres turistas que en apenas 48 horas perdieron la vida tras sufrir distintos colapsos, dos encontradas en hoteles y otro en una conocida discoteca de Ibiza. Y todo ello sin contar los accidentes de moto, los de coche o los atropellos mortales de los meses de junio y julio.

También es cierto que como todo en esta vida todo esto se puede ver con el vaso medio lleno o medio vacío. Es decir que muchos pueden también argumentar que con la gran cantidad de turistas y trabajadores que pasan por la isla de Ibiza cada temporada estival tampoco son unas cifras demasiado altas. Incluso, si ustedes quieren, que la proporción es bastante escasa y que demasiadas pocas cosas pasan para todo lo que estamos acostumbrados a ver durante los meses de la temporada. Y seguramente que visto así no les falte razón porque si observamos el volumen de coches que tenemos y como se circula por nuestras carreteras, con una velocidad desmedida por parte de muchos, exceso de prudencia por parte de otros o simplemente sin respetar nada de nada por parte de la mayoría, hay quien pensará que aún hemos de lamentar pocos fallecidos. Lo mismo que con todo lo que vemos en nuestras playas, repletas de gente mal educada, o el desfase continuo del que mejor no hablar en nuestros clubes nocturnos, discotecas o algunos pueblos, donde cada vez es más habitual encontrar por las redes sociales vídeos de grupos que convierten las calles en un ring de boxeo o en la escena de algunas de las mejores películas de acción de Hollywood.

En fin, que ustedes son libres de escoger como quieren verlo. Si de una manera positiva o de una manera negativa y preocupante. Yo como siempre les digo no soy nadie para decir como tienen que pensar pero personalmente me pongo en el lado de los que están preocupados. Una muerte siempre es una muerte y es lo único que no tiene remedio porque de ella, nos guste o no, nunca se vuelve y no podemos dar marcha atrás. Además, con sus cosas buenas o malas, la vida es lo suficientemente maravillosa como para ir malgastandola por las esquinas sin ningún tipo de sentido.

Y también si nos ponemos en plan materialista estoy preocupado por la imagen que damos de nuestra isla de Ibiza a la que tanto quiero. Y es que todos coincidiremos que hablar de muertos cada día, tanto si es por una causa natural, por un tema de mala suerte o porque los que nos visitan son unos cafres, no es bueno para nadie. Otra cosa es que hayamos llegado a un punto en el que todo eso ya no nos importe porque en realidad hay otras cosas en juego y para muchos no dejamos de ser números sin rostro ni personalidad. Pero ese es otro debate para otro día.