En la recta final del mes de agosto, las cifras de la temporada turística en Formentera están muy por debajo de años anteriores. Si bien la oferta hotelera está aguantando con ocupaciones muy parecidas, los alojamientos turísticos y la oferta complementaria han sufrido un importante descenso, por lo que muchos presagian un largo y tedioso invierno.
Para esta disminución cada uno tiene su propia teoría, pero realmente se trata de la suma de diversas causas. Por una parte el siempre mayoritario turismo italiano ha experimentado una bajada importante en el número de visitantes. Esto se explica por el hecho de que Italia esté siendo uno de los países europeos en el que la recesión está afectando más duramente a las familias.De ese modo la amplia oferta dirigida específicamente al italiano de Milán está recibiendo un duro golpe.
El turismo familiar procedente de la Península ha seguido viniendo, pero en muchos casos los bares y restaurantes los observan desde lejos. El aumento de precios en los últimos años ha hecho que comer o cenar sea un gran dispendio para una familia y se opta por el bocata en la playa y la cenita en el apartamento.
Los vuelos también han ido aumentando su precio en los últimos años y debemos añadir el alto coste del ferry, con lo que poner el pie en Formentera ya supone una pasta.
Algunos añaden también el aumento de la tasa de la entrada de vehículos, que seguramente algo de impacto tendrá. Aunque está claro que la regulación en las carreteras es absolutamente necesaria.
Podemos añadir que en muchos casos el servicio que han venido prestando muchos establecimientos está muy por debajo de las expectativas. La falta de vivienda y la carestía de vida hacen poco atractiva la isla para los trabajadores de temporada y en todos sitios falta personal.