Tania Marí. | Archivo

Tras una campaña electoral con escisiones y polémica, Tania Marí consiguió un resultado que sorprendió a los que daban por hecho su derrota. De perfil discreto pero con una mente ordenada, la de Portinatx supo imponerse a las escisiones que ya han quedado desdibujadas no sólo por su resultado insatisfactorio, sino por la frenética acción de gobierno.

Tania Marí ha recibido un voto de confianza que tendrá que satisfacer con obras y no palabras. De momento, ella y su equipo están mejorando todas las expectativas. En poco más de 100 días han conseguido adjudicar una nueva contrata de limpieza, implantar la línea verde para mejorar el mantenimiento, tramitar la caducidad de la ruina de Cala den Serra, reabrir el mercadillo de Sant Joan, aprobar una inversión de 3 millones en reasfaltar las vías interurbanas, adjudicar las obras de la rotonda de Benirrás, rehabilitar varias pistas deportivas o acondicionar el aparcamiento de Sant Joan.

Para mejorar sus nada desdeñables 8 ediles, deberá ser generosa con el pueblo de Sant Miquel y cumplir con lo prometido: la implantación de una vez por todas del polémico vial J, la peatonalización de la calle Mestre Villangómez o la tramitación de un nuevo paseo marítimo para el Port de Sant Miquel. En San Lorenzo también deberá obrar con benevolencia y así recuperar los votos que Santi Marí tomó prestados del PP para su fórmula que no le ha servido para ser alcalde, sino para sentenciar su carrera política y dejar la primera línea para volver al instituto y caer en el olvido.

Las aguas se han calmado con gestión. La insatisfacción e inestabilidad política de los últimos meses ya es historia. Si la flamante alcaldesa no vira de rumbo, recuperará o incluso mejorará la histórica hegemonía de su eterno predecesor.